El domingo, en medio de un clima frío, pero de temperatura política altamente caliente, tuvimos la posibilidad de vivir una de las muestras más plenas del ejercicio de nuestro derecho como ciudadanos al poder elegir a los representantes que nos gobernarán y definirán el destino de la provincia y nuestra patria en los próximos años. Los días posteriores a las elecciones son, sin duda, de festejos para los que han ganado y de análisis para quienes no alcanzaron la meta de ganar las elecciones.
Pero para todos quienes vivimos en esta querida tierra colorada, creo que es el tiempo adecuado para mirar las diferencias ideológicas, partidarias y centrarnos en lo que realmente nos debe unir como ciudadanos. Una nación unida solo es posible si priorizamos el bien común. Es un momento especial para rescatar los mejores talentos y dones poniéndolos al servicio de nuestra provincia y así seguir avanzando y creciendo cada día más.
Para ello es fundamental que tengamos en cuenta los valores que se conjugan en la unión como la aceptación, ya que la unidad sólo es posible si admitimos la diversidad de todas las partes, es decir que para construirla debemos reconocer que no todos somos iguales. Será entonces prioritario aceptar las diferencias en favor de una provincia de inclusión para todos.