El domingo pasado hemos celebrado el Día Internacional de la Solidaridad y, para revalorizar y fortalecer la hermandad en estos tiempos, es bueno que podamos reflexionar sobre la necesidad imperiosa de la “colaboración” y “solidaridad” que debe caracterizar nuestra vida social y comunitaria.
Los momentos que vivimos marcan una gran diferencia entre “ricos” y “pobres”. El verdadero crecimiento implica una colaboración más estrecha entre pueblos y naciones. Es un paso que no solamente debe implementarse desde “arriba”, sino que debe ser el espíritu que prime en todos los ámbitos de la vida. El respeto y la consideración de la dignidad y los derechos de todos debe ser la preocupación de cada ser humano.