El 21 de agosto celebramos el Día del Catequista, que nos
recuerda de la importancia de educar a nuestros niños y jóvenes en la
fe. Aunque sabemos que los primeros y principales catequistas y
educadores siguen siendo los mismos padres. Y los tiempos en que vivimos
nos recuerdan, más que nunca, la importancia de recuperar esta vocación
de transmitir la fe.
La experiencia de Dios es
lo que siempre nos llena y marca el rumbo de la vida, en una sociedad
cargada de problemas y dificultades. La familia es la primera comunidad
de amor, donde se vive profundamente el misterio de la entrega generosa,
del amor sincero y el perdón. Es tarea de cada padre y madre de familia
ser catequistas de los hijos, compartiendo un hogar centrado en la fe
en Dios.