25 de agosto de 2009

Educar en tiempos de crisis

Los pueblos y naciones que han apostado a la educación en tiempos de crisis han logrado superar las carencias y la marginación. Es el ejemplo de muchas naciones que en su momento han priorizado la misión de educar. En estos tiempos de crisis que afrontamos como sociedad quisiera reflexionar sobre la importancia que urge dar a la educación. Y aquí vale la pena inspirarnos en el ejemplo y testimonio de San José Calasanz, patrono de las escuelas privadas, que hoy celebramos.

San José Calasanz fue un fervoroso misionero que ha dedicado su esfuerzo para mejorar la instrucción primaria de los niños de familias humildes. A José Calasanz le tocó vivir la inseguridad, la pobreza, los peligros, la falta de una autoridad fuerte etc., que alentaba toda clase de desmanes en la sociedad. Frente al peligro de la niñez y la juventud asumió la responsabilidad de educarlos y formarlos para la vida. Realizó una gran obra pedagógica en situaciones sumamente adversas. Luchó para salvar a los niños, y fue así como descubrió que la buena educación de la juventud era el mejor medio para llevar a los pequeños hacia la felicidad.

Si miramos con detenimiento la sociedad actual tal vez hemos avanzado mucho en la organización y estructura de nuestro sistema educativo. Tenemos escuelas, docentes, autoridades, leyes y normas que las regulan. Sin embargo aun hoy, después de tantos años de aciertos y desaciertos en políticas educativas nos encontramos con una niñez y una juventud amenazada de tantos peligros; una sociedad al borde de la crisis económica y social que no ofrece seguridad laboral, el desinterés y abandono del compromiso de formarse para la vida, una autoridad cada vez más debilitada, hijos abandonados por sus padres “huérfanos” de padres vivos, sin formarse después de tantos años de educación, generando graves preocupaciones en toda la sociedad. Y si a lo anterior sumamos los niños y jóvenes desplazados por la violencia, los que tienen familias destruidas, los envenenados con la droga, los que intentan suicidio, los que ya no esperan nada, los no amados, comprenderemos que los niños y los jóvenes, siguen sufriendo las mismas necesidades que en aquellas épocas.

Todo esto nos debe impulsar a seguir los pasos de San José Calasanz, en nuestra opción educativa como sociedad. Es tiempo que demos pasos firmes hacia la investigación y búsqueda de estrategias claras para una educación que implica un esfuerzo real y sincero de parte de toda la sociedad. Ojalá que la formación de la niñez y la juventud sea una opción prioritaria en los próximos años: desde las familias en la misión de querer optar y priorizar la educación de los hijos, los docentes en asumir plenamente el compromiso de su vocación, el Estado impulsando inversiones educativas y la sociedad toda colaborando para recuperar y sostener la niñez y la juventud.

Además de todo, es necesario que los acompañemos con fe para que puedan superar sus angustias, sus desesperanzas, sus sufrimientos y que los eduquemos para la plenitud, para la felicidad, para devolverles la dignidad humana y las ganas de vivir. Eduquemos a nuestros niños y jóvenes no por la simple necesidad de sostener la economía, ni para encontrar un trabajo digno, ni mucho menos para obtener un título que le garantice una vida cómoda, sino que seamos apasionados como Calasanz en lograr una educación que responda realmente a los anhelos de la juventud para que efectivamente colaboremos en la salvación de los niños.

Pidamos por intercesión de San José de Calasanz, para que el buen Dios, nos inspire y nos conceda la gracia de educarlos de una manera eficaz y liberadora.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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