1 de septiembre de 2009

La Biblia, Palabra de vida

Septiembre es el mes de la alegría, pero por sobre todo celebrémoslo como el mes de la BIBLIA. Tiempo oportuno para profundizar nuestra cercanía a la Palabra de Dios. Hoy quisiera invitarlos a reflexionar entorno a la importancia de la lectura y meditación de la Palabra.

Muchas veces nos encontramos con tantas actividades y compromisos que nos resulta difícil encontrar un tiempo para dedicarlo a la lectura de la Palabra. Tal vez nos parece un libro tan grande que no sabemos por dónde empezar. Otras veces desconocemos la importancia que tiene para nuestra vida a tal punto que la ignoramos. Y hasta nos preguntamos: ¿Por qué leer la Biblia? ¿Acaso no alcanza con leer un libro de reflexiones positivas o de un contenido apropiado para el momento que estoy viviendo?

En primer lugar, la Biblia es la Palabra de Dios que presenta la historia de la salvación de la humanidad. Tiene respuesta para cada una de las tantas situaciones que vivimos cotidianamente: sufrimientos, luchas, adversidades, orientaciones para la convivencia diaria, respuesta ante la muerte de nuestros seres queridos, actitudes frente a la vida. Pero por sobre todo un Libro que aun después de dos mil años, sigue siendo la argumentación más clara para los hombres y mujeres de fe. Es la Palabra viva de Dios, la que orienta, anima y da vida desde la fe.

En el Antiguo Testamento encontramos un sin número de experiencias del camino del pueblo de Dios según los designios de Yahvé. Sin embargo en el Nuevo Testamento tenemos a un Dios hecho carne que se hace parte de nosotros y nos muestra el camino hacia el Padre, siendo uno como nosotros. Nos señala el camino de la salvación en la comunidad de fe: como discípulos y seguidores.

Hemos de leer la Palabra de Dios porque es eficaz y se encarna en la vida de las personas que la lee y medita. Nos dice San Pablo al respecto: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. (Hebreos 4,12)”. La palabra de Dios está viva, no se trata de letras muertas, un mismo pasaje nos puede enseñar diferentes cosas cada vez que lo leemos. Es la fuerza orientadora para todas nuestras acciones cotidianas. En la medida en que seamos dóciles a la Palabra como persona, familia y sociedad alcanzaremos el gozo y la paz que viene del Señor y seremos partícipes de la construcción del Reino de Dios en esta tierra.

Hoy más que nunca, en un mundo signado por el materialismo y carente de valores, es necesario que sustentemos nuestra mente y alma con el alimento sólido de la Palabra que ofrece Dios. El verdadero cristiano debe alimentarse espiritualmente: leer y meditar la Palabra de Dios, hacer oración personal y comunitaria y participar de la Eucaristía que son los únicos caminos que nos acercan cada vez más a nuestro Dios.

Además es importante saber que la Biblia tiene un mensaje para cada momento de nuestra vida, para cada situación que vivo. Ojalá que nos animemos a encontrarlo en nuestra lectura cotidiana. Al iniciar este mes de la Biblia quiero animarte a que tomes unos breves minutos por día para leer la Biblia en forma sistemática, empezando por el primer libro del AT o del NT para que podamos comprender el mensaje de Dios en su totalidad. La constancia y la perseverancia de este hábito diario generarán grandes cambios en tu vida. Sustituirá muchas de tus actitudes, te alimentará espiritualmente y fortalecerá tu fe.

¿Te animas a asumir desde hoy este desafío?... Que Dios te bendiga.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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