4 de mayo de 2010

Trabajo… un acto de amor

El trabajo es testimonio de la dignidad humana

El primero de Mayo hemos celebrado el día del trabajador, en el marco de la fiesta de San José ejemplo para todos los trabajadores. En estos tiempos que vivimos serias crisis en cuanto a la desocupación y la falta de trabajo les invito a reflexionar sobre la realidad del trabajo, para encontremos el verdadero sentido del trabajo que sostiene a todas personas.

El trabajo es una dimensión central de nuestra vida. Cuando falta un trabajo digno es causa tantas angustias y preocupaciones. El auge de la desocupación y la competitividad nos exige cada vez más destinar mayor tiempo y dedicación al trabajo que es un verdadero arte poder integrarlo en nuestra vida personal y familiar.

En esta realidad encontrar el verdadero sentido del trabajo es necesario para que pueda dar sentido a la propia vida. En primer lugar todo dignifica al ser humano, en tanto que nos estamos participando en la obra creadora de Dios. Nos ayuda a relacionarnos con otros aportando nuestros propios dones y talentos. El trabajo afianza nuestra personalidad y nos llena cuando somos capaces de sostener a la propia familia con el esfuerzo propio.

El trabajo es un camino de santidad para el cristiano. Es participar en la obra redentora de Cristo santificando nuestro entorno con el esfuerzo de cada día. Tenemos la misión de santificar el trabajo siendo cada vez mejores y haciendo lo poco o lo mucho que hacemos con ganas, entusiasmo y amor. Es lo que nos hace vivir a la plenitud la vocación cristiana del amor y entrega.

En este año del bicentenario creo que es oportuno que reflexionemos sobre nuestras actitudes hacia el trabajo, que es esencial para construir una patria. Solamente es posible construir una patria seria si estamos dispuestos a trabajar todos en pos de un país más ordenado y agradable para todos. Implica que replantear nuestra dedicación a la tarea que hacemos, la perseverancia en la tarea, la puntualidad, el orden y llevar a cabo la tarea que inicié con responsabilidad. Nuestro futuro como patria depende de estos pequeños detalles. Y mucho mejor si podemos hacer nuestro trabajo como un servicio generoso hacia aquellos que nos necesitan.

Desde nuestra espiritualidad cristiana el trabajo es un acto de amor. Es nuestra manera de servir a los demás y entregar la vida hacia el bien de nuestros hermanos. En cada tarea que hacemos estamos bendiciendo a las otras personas: en las oficinas, en el transporte y otros servicios públicos, en la educación… es que es una oportunidad para amar… y servir. En este sentido es un dar la vida con generosidad y apertura.

Ojalá que todos podamos sostener la dignidad del trabajo desde la fe. San Arnoldo Janssen, fundador de los misioneros del Verbo Divino tenía un hermoso principio de la vida: “ora et labora” (orar y trabajar), creo que han de ser dos caras de la misma moneda. Solamente, visto desde la fe y la entrega, podemos comprender la verdadera dignidad del trabajo en nuestros tiempos que existen tantos intereses económicos que no tiene en cuenta a la persona. Que desde la fe superemos tantas contrariedades y que San José nos dé la fortaleza para seguir aportando con nuestro trabajo de cada día hacia un mundo mejor.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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