28 de julio de 2009

En medio de las inseguridades, confía en la Providencia

Es común escuchar a diario, comentarios acerca de las diferentes situaciones de incertidumbres e inseguridades que vivimos. Pero ante estas realidades es bueno valorar y considerar a la providencia de Dios en estos tiempos difíciles. Muchas veces en medio de tantas situaciones que nos desestabilizan e interpelan es bueno que sepamos mirar la vida desde un Dios que es providente y que nos guiará hacia la verdad y el bien. La confianza en la providencia de Dios, será nuestra fortaleza en medio de tantas adversidades de la vida.

Pero eso es importante considerar que la Providencia de Dios, no es precisamente pensar en una vida sin preocupaciones ni compromisos, sino saber que podemos confiar en el Dios que es Padre de todos sus hijos a los que ama profundamente, pero a la vez es el Señor de todo lo creado y que disponen todos los bienes para el mayor bien de la humanidad.

Mirar las realidades cotidianas desde la providencia, implica aceptar que la Providencia divina asegura y fomenta el Reino de Dios, es decir, el cumplimiento del plan Divino en nuestra existencia humana. Es por eso que Jesús nos dice: "Busquen, pues, primero el reino y su justicia y todo lo demás se los dará por añadidura" (Mt 6,33). El Reino de Dios debe ser el sentido final de todos los caminos de la Providencia divina.

Dios ordena la vida y las vivencias de los hombres de un modo distinto al que estamos acostumbrados o que tenemos pensado y proyectado. Es la clave también para saber aceptar, con calma y tranquilidad, las distintas situaciones que se nos presentan: enfermedades, muerte de seres queridos, fracasos a nivel personal y comunitario, etc. Aceptar la voluntad de Dios, es un acto profundo de amor y confianza que se hace fecundo a través de los frutos de paz, paciencia, confianza y serenidad, que muchas veces nos falta en nuestro modo de actuar.

La Providencia no significa que siempre tengamos éxitos en la vida, ya que ningún trabajo hecho en nombre de Dios será en vano. Implica saber dar lo mejor de nosotros, sin esperar ni exigir grandes recompensas, alegrándonos por lo que hemos hecho con sinceridad y amor, más que por nuestros éxitos o fracasos. El fin último de todo lo que nos pasa, es el cumplimiento de la voluntad de Dios.

La Providencia, no nos garantiza las seguridades de este mundo, sino que nos deja en la inseguridad de tantas cosas frente a la única seguridad que es la protección de nuestro buen Dios. Es la única y verdadera seguridad, que nos sostendrá en medio de tantas pruebas y oscuridades, hasta llegar a la meta final, la Salvación.

Sólo podremos afirmar y confiar en la Providencia, por un acto de fe. Ella requiere de nosotros una gran disponibilidad para esperar en este gran misterio sin condicionamientos humanos. Es bueno saber y creer que gracias a la Providencia, los destinos de nuestra vida están en las manos del Padre que nos ama y siempre busca el mayor bien de la humanidad.

Dios, que es amor, rige los destinos del hombre con mano fuerte, pero bondadosa. La vida nos es una seguidilla de sucesos, sino que es el reflejo del gran amor del Dios Padre, que provee lo que es para nuestro bien en el momento oportuno.

Ojalá podamos abandonarnos en las manos de nuestro Dios providente en medio de tantos desafíos que nos tocan enfrentar. Que Él nos regale sus fuerzas en estos tiempos difíciles que estamos atravesando. Y recuerda, cuando te sientas afligido o triste, ADORA y CONFÍA.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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