1 de febrero de 2010

Los milagros de Dios

Los milagros existen aun que muchas veces no las reconocemos. Son los regalos que Dios que nos ayuda a mirar la vida con ojos de fe y nos llena de confianza en Él que todo lo puede. Frente a las situaciones límites de la vida todos buscamos un pequeño o gran milagro que nos auxilie para superar tantas situaciones de la vida. Cada vez nos encontramos con la gracia de un milagro: una sanación física, una solución frente a un problema difícil, un encuentro tan esperado etc. nos llenan de alegría y gozo. En este tiempo de vacaciones los invito a reflexionar sobre los pequeños y grandes milagros que ocurren en nuestra vida cotidiana y llenarnos de esperanza frente a tantas situaciones adversas.

Muchas veces estamos llenos de esperanza en un Dios que obre un milagro en la realidad particular de nuestra vida. Todo milagro es un reflejo de la presencia de Dios. Muchas veces recorremos lugares y santuarios para saborear la novedad del milagro de Dios en la vida. Otras tantas veces nos decepcionamos frente a la falta de la respuesta de Dios.

Los milagros existen. Solo basta que tengamos ojos contemplativos para poder descubrirlos en las realidades concretas de la vida. En primer lugar el milagro más grande es la misma vida de las personas. La gracia de poder tener la vida es un don y milagro de Dios. Si somos capaces de contemplar la creación de Dios seguramente Dios nos sorprenderá de tantos milagros en nuestro alrededor: nuestros seres queridos, nuestras amistades, nuestros trabajos, nuestra salud, tantas bendiciones de Dios en nuestra naturaleza… que son innumerables. Todo lo que existe en este universo es un milagro, un brote de hermosura, un reflejo de Dios.

Muchas veces recorremos unos cuantos kilómetros para encontrar este lugar maravilloso que nos regale serenidad y paz en estos días de calor…, pero en el fondo esto no depende de la distancia que recorremos, sino de nuestra capacidad de contemplar el don de Dios. Es lo que nos hace descansar en este tiempo de verano. Es lo que nos ayuda superar la rutina de trabajo y de la vida de todos los días. Tal vez este hermoso lugar de un verdadero descanso está dentro de tu propio hogar, solo basta que tomes conciencia!

Lo mismo pasa con nuestros trabajos y actividades. La mejor manera de llenarnos de pasión por lo que hacemos es reconocer que esta tarea que me toca hacer ahora mientras no aparezca otra cosa en mi camino, es la mejor que podría realizar. Es el lugar que Dios me ha asignado para servir a los demás. Entonces lo vivo con todo mi entusiasmo y ganas, sin pensar en tantas otras cosas que pude haber hecho. Esta tarea me permite sacar lo mejor de mí, madurar y vivir a pleno. Si soy capaz de entregarme a pleno en esta actividad que hoy me toca, también lo será en otras futuras que toquen.

Este momento es el mejor que podrías vivir ahora. Las mejores personas son las que Dios me ha regalado a mi alrededor. Son los milagros más preciosos de mi vida. Más importante que grandes fortunas. El secreto está en saber apreciar y valorar aquí y ahora. Es saber entregar la vida a la plenitud. Ojalá que podamos abrir nuestros ojos para ver los grandes milagros de Dios y llenarnos de gozo por todas aquellas personas que son milagros de Dios en nuestro alrededor. Y que también sepamos entregar nuestra vida para que seamos un milagro de Dios para los demás…

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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