9 de febrero de 2010

Vivir la vida con pasión…

Vivimos en un mundo tan superficial, que resulta difícil armonizar los pensamientos con nuestro ser. A menudo nos ocurre que cuando el cuerpo está haciendo algo ya la mente viaja a otra lugar. Muchas veces estamos tan acostumbrados a vivir “partidos”-“divididos” que ni siquiera tomamos conciencia de esta realidad, la vivimos como una rutina. Lamentablemente esta actitud nos hace perder la hermosa oportunidad de vivir cada instante tan preciado de la vida. Con el afán de proyectar y hacer las cosas, no tenemos en cuenta el presente. Es ésta la razón o motivo de tantas situaciones de ansiedad y preocupación que vivimos en nuestra vida cotidiana. Por eso te invito a que al empezar las actividades de este nuevo año 2010, asumamos esta realidad, para que pongamos todo nuestro esfuerzo en vivir intensamente, cada día y cada instante de nuestra vida, que es la clave de nuestra felicidad y realización personal.

Nuestras divisiones interiores se agudizan cuando realizamos las cosas, pero en realidad no estamos convencidos interiormente. Cuando hacemos las cosas por “obligación” es allí donde comienza nuestro sufrimiento, porque la mente desea una cosa, pero el cuerpo hace otra. Toda actividad realizada de esa manera nos cansa y estresa. Es la razón de mucha infelicidad y cansancio en el amplio mundo laboral.

Ahora bien, el problema ya está planteado… ¿entonces… qué podemos hacer? En primer lugar creo que la mejor manera de ser felices, es aceptando aquellas cosas que me toca hacer y llevarlas a cabo apasionadamente. En verdad lo que marca la diferencia, no es lo que hacemos, sino cómo lo hacemos. Cada vez que encaramos un proyecto con pasión, amor y entrega seguramente nos llenamos de gozo y felicidad. En cambio donde se pone resistencia, desinterés se termina en una amargura sin fin.

Son pocos los que tenemos la posibilidad de hacer aquello que nos gusta y apasiona. Hay muchas cuestiones que desearíamos que cambien. Y obviamente varias de ellas podemos sustituir con nuestro esfuerzo o al menos tenemos la posibilidad de mejorarlas. Está muy bien que tengamos ideales y que tratemos de aprovechar mejor nuestro potencial. Pero para cambiar algo, primero hay que aceptarlo. Para cambiar a una persona primero hay que aceptarla, para innovar un lugar primero hay que aceptarlo. Creo que es lo que muchas veces, hemos de replantearnos frente a tantas situaciones de insatisfacción que vivimos.

Cuando asumimos plenamente la misión que Dios nos ha dado y ponemos todo nuestro esfuerzo en la tarea que realizamos, eso produce una gran satisfacción interior. Y… a pesar de los cansancios, gozaremos de paz y serenidad frente a los problemas y desafíos. Creo que cuando estamos empezando un nuevo año de trabajo ésta debe ser la predisposición que hemos de mantener todos. Convencernos de que Dios nos ha llamado para asumir plenamente esta misión. Seguramente si empezáramos a hacer nuestras tareas con esta predisposición evitaríamos muchos disgustos, cansancios y angustias.

Todo esto implica un verdadero cambio en nuestra manera de ser y hacer las cosas. Aceptar nuestra realidad y amar nuestra misión es un proceso largo y lento, porque requiere un profundo cambio interior. Se trata de generar una diferencia en nuestra manera de pensar y en el estilo de vida que estamos acostumbrados a llevar, lo que nos permitirá estar AQUÍ Y AHORA. Es tener sueños, planes y proyectos para el futuro, pero viviendo a pleno el día de hoy, disfrutando de cada paso que damos. Si bien trabajo para obtener mi sustento de vida, pero qué importante es además, gozar de lo que hago. Me esfuerzo por ser fiel y amar plenamente a la familia, a la pareja…, pero también es posible disfrutar de esa compañía y respetar la alianza que asumí tiempo atrás. ¿Te parece que es mejor así?

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

No hay comentarios.:

Publicar un comentario