15 de febrero de 2012

Viví tu día con pasión

Casi sin darnos cuenta ya estamos transitando el mes más corto del año. Hay quienes ya están finalizando sus días de descanso. Es el momento de pensar en el año de trabajo que pronto llegará. Para muchos discurrir en lo que significa un nuevo ciclo de trabajo, estudios, retomar los compromisos atrasados no siempre es algo agradable. A menudo pierden la calma y desperdician su tranquilidad pensando en lo que deberán encarar dentro de poco. Esta actitud no favorece una buena disposición para hacer del año que nos espera un tiempo de alegría, esperanza y entrega generosa para que nuestro paso por esta vida deje huellas que valgan la pena. 

Es necesario que nos organicemos con tiempo, planifiquemos y que estemos preparados para enfrentar aquello que nos tocará vivir en el futuro. Pero creo que aún más importante es vivir el hoy. No perder la paz y la calma del día que nos hace felices. Debemos vivir cada día intensamente, cada minuto, con gusto y alegría, como si fuera el último de nuestra vida.
He conocido personas que desperdician el hoy, luchando duramente y haciendo de cada día un sacrificio, con la errada convicción de que están sembrando su futuro, tal vez el que nunca llegue.

Vivir el momento no significa vivir despreocupados. Eso sería una imprudencia total. Vivir en el sentido real de la palabra significa disfrutar integral y permanentemente todas y cada una de las personas y de las cosas que Dios nos ha regalado en nuestra vida. Es la expresión más clara de una experiencia vivida en plenitud. 

Para disfrutar absolutamente cada segundo de nuestra existencia se requiere actuar con amor, ternura, respeto, aceptación y con mucha entrega a las personas con quienes nos hemos comprometido compartir la vida y la misión que nos toca a cada uno en esta tierra. Y la alegría de la vida se multiplica en la medida que somos capaces de expresar lo que sentimos hacia los demás: reír con ellos, saludar con gusto, decirle a las personas que nos agradan, que se ven bien, que nos sentimos felices con su presencia, que nos interesan sus problemas, que son importantes para nosotros; pero aún lo más importante es sentirlo de verdad y dar el tiempo suficiente para compartir con ellos.

Regalarnos esta actitud positiva hacia la vida nos hace disfrutar del momento, nos hace sentir plenos, nos engrandece. Tratar con amor, decir y demostrar a las personas nuestros sentimientos positivos nos hace disfrutar de la vida, que está inmersa en el maravilloso mundo de las cosas sencillas.

Nada más placentero que levantarse y disfrutar de la mañana, vestirse a gusto, compartir con los amigos y seres queridos con generosidad; asistir al trabajo o al estudio convencidos de que hacemos algo bueno por nosotros y por nuestros semejantes; sentarse a la mesa en familia, dormir tranquilos y satisfecho de haber vivido un día pleno.

Aunque todo esto nos parece muy utópico vivirlo, les aseguro que es posible con un poco de buena voluntad, un momento de reflexión diaria y con la disposición de entregar todo en las manos del Dios que nos ha regalado el día. Debemos aceptar depender de Dios y darle a Él los controles de nuestra vida. Que sólo Él sea el Señor de nuestro futuro, que Él guíe nuestro accionar y todo estará a salvo: ¿Quién de ustedes puede agregarle un solo minuto a su vida? Así que no se preocupen por el mañana (Mt 6,27-29). Claro está que esta falta de preocupación hace referencia a que cada día tiene su propia novedad, que es Dios quien nos regala nuevas oportunidades.

Vale la pena intentarlo. Porque de eso depende nuestra felicidad ya que podrás vivir con mucha pasión cada día.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

No hay comentarios.:

Publicar un comentario