Cuando uno piensa en tantas cosas que
debe hacer y todo esto está aparejado muchas veces con la crisis
económica que atravesamos, tendemos a desanimarnos. Creo que en medio de
esta vorágine de cosas, lo importante es mirar la vida con calma y
dejar que Dios vaya acomodando todo, más allá de nuestro deseo de
perfección y apremio para que todo esté listo ya.
Para
ello, el primer paso que debemos dar para comenzar este segundo
semestre, es pedir al Espíritu Santo la virtud de la “paciencia” y la
gracia de un buen discernimiento para que podamos priorizar lo esencial,
lo necesario, dejando de lado todo aquello que solamente nos quitan la
paz interior.
Y para lograr un claro
discernimiento, quisiera que recordemos a San Ignacio Loyola, fundador
de la Compañía de Jesús, quien mucho nos enseñó sobre el buen
discernimiento en medio de tantas incertidumbres de la vida. El
discernimiento es un proceso esencial en la vida para que nuestras
decisiones nos lleven a la verdadera libertad y gozo, la libertad que
buscamos en todas nuestras acciones y compromisos. Por lo tanto, el
discernimiento debe ser una actitud cotidiana, ya que todos los días
debemos elegir y tomar decisiones.
Siguiendo
las enseñanzas de San Ignacio, ante toda decisión hemos de tener muy
presente nuestros valores y principios. Muchas veces tomamos decisiones
erradas porque no conocemos las verdaderas ventajas y consecuencias de
nuestras decisiones y la superficialidad nos lleva al fracaso y
frustración. Para que esto no ocurra, es preciso tener actitudes
humanas de discernimiento, lo que nos permitan escoger lo positivo, la
felicidad y por principio, la vida. Esto nos parece que se da por hecho,
pero también en el afán de elegir lo que es aparentemente bueno y
necesario, muchas veces nos aliamos con lo que nos culpabiliza, nos
disminuye o nos preocupa, en fin, quita nuestra verdadera libertad
interior.
Creo que ante las presiones que
sentimos, por tener que cumplir largas listas de compromisos, es
necesario poner una buena cuota de escucha para oír la voz de la
consciencia, en los momentos de oración personal, poniendo todo en
manos de Dios para que Él nos ayude a elegir y priorizar, y así dar
pasos concretos hacia los verdaderos valores que nos sostiene.
Cuando
somos capaces de hacer silencio interior, a pesar de tantos ruidos
externos y escuchamos las mociones que nacen de lo más profundo de
nuestro ser, podremos alcanzar la verdadera felicidad. Qué bueno que
como persona, familia o sociedad practiquemos la virtud de un buen
discernimiento frente a una agenda cargada de actividades, una lista
larga de cosas que debemos cumplir, frente a tantos compromisos que
muchas veces no nos permiten vivir lo esencial de la vida. Y de esto se
trata: vivir la vida a pleno y no correr detrás de una larga lista de
cosas “a cumplir”, logrando el verdadero equilibrio entre el trabajo y
el descanso. Solo así seremos capaces de compartir amor y alegría,
logrando dialogar y amar la vida. A todos les deseo un buen comienzo y
bendecido segundo semestre.
La ciudad tiene ya un nuevo dinamismo, es que iniciamos
el segundo semestre y esto marca un nuevo comienzo en la vida de la
sociedad. Al pensar en la segunda etapa del año, no puede evitar
relacionarla con las interminables listas de cosas que se debe hacer:
los padres de la lista de cosas que se debe pagar para el reinicio de
las clases, con los útiles escolares para que los niños y jóvenes puedan
estudiar en esta segunda mitad del año, la lista de compras de los
supermercados, la lista de trámites sin concluir, etc, etc. Más de uno
tendrá el deseo de que “el receso de invierno se prolongue un poco
más”.
P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino
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