25 de junio de 2013

Votar..., un derecho que me compromete

Tenemos la posibilidad de vivir en una nación democrática, por eso el próximo domingo podremos participar de un acontecimiento trascendente en nuestra provincia. Es que podremos elegir los representantes que asumirán la responsabilidad de tomar las decisiones sobre nuestro futuro para los próximos años. Creo que es una de las bendiciones que tenemos el de poder elegir a nuestros propios gobernantes y así participar en la conducción de nuestro futuro. 
 
Creo que en este sentido la primera responsabilidad de cada uno frente a una elección es ser un participe responsable del proceso democrático. Estar informados para conocer las necesidades de nuestra provincia y ejercer nuestro voto para el mayor bien de toda nuestra sociedad. El mayor peligro de todo proceso democrático es la ignorancia del pueblo, que empobrece la democracia. En este marco es bueno reflexionar sobre las cualidades de un buen gobernante. Quisiera que tengamos una mirada desde la Palabra de Dios, ya que estas consideraciones difícilmente las vamos a escuchar en nuestras campañas políticas. 
 
Vivimos en una época de crisis, en la cual la ideología política ha perdido lugar frente a la conveniencia política y las ventajas económicas. Creo que frente a esta crisis que vivimos necesitamos encontrar representantes para nuestros pueblos, personas con ilusión e ideología, capaces de dejar de lado las ventajas momentáneas y dispuestos a ponerse al servicio de quienes confían en sus capacidades y los eligen como representantes. Necesitamos de hombres fieles a sus principios y a su vocación de servir y amar al pueblo. Según Deuteronomio 17, 14-20, todo aquel que aspire a un cargo público y los que nos gobiernan debe ser una persona que aman a su pueblo, conociendo profundamente sus necesidades, miserias, carencias y fortalezas.
 
El gobernante ha de ser una persona que sirve a su pueblo. Esto implica una gran capacidad de entrega y servicio incondicional hacia todos. Solamente cuando haya personas generosas, que tengan como bandera el servicio, podremos superar tantas situaciones de crisis económica y social que estamos padeciendo en la actualidad. El gobernante en este sentido ha de ser aquel que construya riquezas para el pueblo, capaz de tener un corazón generoso para ver y gozar del crecimiento de todos. 
 
Un buen gobernante ha de ser hombre de Dios, porque creo que la Palabra de Dios es la mejor guía para un buen gobierno, para que toda decisión que se tome sea para el bien del pueblo y para la mayor gloria de Dios. Es por ello que este servicio ha de realizarse como dice en el libro del Deuteronomio: ningún gobernante debe creerse superior ni arrogante, por el contrario, debe dar señal de sencillez y humildad, porque es un servidor público. Y el mejor ejemplo de servicio y humildad tenemos en la persona de Jesús, que nos dio el ejemplo de servicio lavando los pies de sus propios discípulos. El que aspire ser el primero ha de ser el servidor de los demás (Jn 13,1-15). 
 
Que nuestras próximas elecciones sea una oportunidad para todos, tanto a votantes como candidatos,  a luchar por una sociedad más justa, democrática y solidaria que permita una vida digna para todos, con igualdad de oportunidades y un crecimiento sostenido con el trabajo y esfuerzo sincero de todos. 
 
P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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