13 de agosto de 2013

Complejidades de la niñez

Agosto se caracteriza por ser un mes de grandes festejos para los niños que celebran su día. Y creo que es una linda ocasión para reflexionar sobre la importancia y valor que tiene esta  etapa de la niñez para la vida de todo individuo. La realidad actual de nuestras familias, que tradicionalmente han sido lugares de contención y protección para nuestros niños, hoy padece una gran crisis de desintegración a causa de las complejidades de la posmodernidad.
 
La exigencia del mundo laboral y económico, el aumento de la desintegración de las familias, madres solas, hace que una gran parte de nuestros niños y jóvenes no tengan la contención de una familia que sea el apoyo y sostén afectivo, emocional y material para su crecimiento integral. 
 
Gran parte de los niños de nuestra sociedad viven con solo uno de los padres, o están más cerca de los abuelos que los propios padres. 
 
La nueva sociedad que acompaña a nuestra niñez hace que ellos desde una temprana edad  ingresen al mundo adulto, conflictivo y desolador, sin tener la madurez y la preparación para enfrentar esta etapa de la vida. 
 
La falta de comunicación interpersonal, la contención afectiva hace que nuestros niños y adolescentes crezcan sin una verdadera orientación y acompañamiento desde la base. 
 
La celebración del Día del Niño debe ser una invitación para que sin dejar de tener un par de días de fiestas, no dejemos de brindar a todo niño un hogar donde pueda crecer en el verdadero amor y cuidado de los propios padres. La falta de este amor y ambiente de paz y armonía en el hogar deja huellas profundas en la vida del niño y del adolescente. 
 
Ojalá que podamos dar a todos nuestros niños, la alegría de un hogar lleno de amor, una sociedad que cuide, proteja y acompañe minuciosamente el desarrollo integral de nuestros niños y jóvenes que serán el futuro de nuestra sociedad con propuestas serias de inversión en la salud y la educación, ámbitos fundamentales para el desarrollo de una sana niñez. Como adultos podamos hacer nuestros pequeños sacrificios para compartir más y más con nuestros niños, la etapa más vulnerable de la vida humana. 
 
Por eso es importante que el niño se desenvuelva en un ambiente de aceptación, así aprende a encontrar amor en el mundo; alabanza, aprende a apreciarse; compartiendo, aprende a ser generoso; estímulo, aprende a tener confianza en sí mismo; honestidad y equidad, aprende lo que son la verdad y la justicia; seguridad, aprende a tener fe en sí mismo y en quienes lo rodean; serenidad, aprende a tener tranquilo el espíritu; tolerancia, aprende a ser paciente.
 
También como sociedad adulta tenemos mucho que aprender de la sencillez y la simplicidad de nuestros niños. La gran capacidad para alegrarnos de las cosas sencillas de la vida, a mirar la vida con optimismo a pesar de los problemas y a amar la vida a pesar de las diferencias. Lo que muchas veces los adultos han perdido a causa de tantas experiencias negativas  y dolorosas de la propia vida. 
 
En el Evangelio, Jesús nos dice: “Dejen que los niños vengan a mí; el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos” (Mt 19,14). Que nuestros festejos del Día del Niño nos ayude a conservar la capacidad de asombro y apertura que nace de la confianza en Dios. Que contagiemos nuestro entorno con la inocencia y la alegría que tienen los niños. 

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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