6 de agosto de 2013

El milagro del pan y del trabajo

El 7 de agosto celebramos la fiesta de San Cayetano, patrono del pan y el trabajo, una fiesta tan arraigada en nuestra patria Argentina. Creo que estamos viviendo un tiempo donde el trabajo es un verdadero milagro, ya que en un mundo globalizado no es fácil conseguir un trabajo digno. Por ello es importante que todo aquel que trabaja lo haga de corazón, asumiendo la responsabilidad que implica un trabajo. 
 
Como dice el papa Juan Pablo II en el documento Laborem Excercens: “El trabajo es un bien del hombre -es un bien de su humanidad-, porque mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido ‘se hace más hombre’”. 
 
Cuando pedimos por el pan y el trabajo tenemos la misión de realzar la dignidad de todo ser humano en este mundo moderno donde un trabajo digno es escaso y reservado para pocos.
 
Que San Cayetano sea una verdadera inspiración para realzar la dignidad de cada ser humano por lo que es, y por el gran aporte que pueda realizar desde la creatividad y el esfuerzo personal que se manifiesta  a través de su trabajo. 
 
Pero como sociedad urge que haya más ética en nuestro mundo laboral, para que la capacidad y la profesionalidad sea respetada por encima de  toda bandería política y partidaria. Será éste un gran paso para superar tantas situaciones de crisis que vivimos como sociedad.
 
Por otro lado, en el mundo materialista que vivimos es bueno realzar el valor del trabajo sin perder de vista la persona humana que está detrás de cada tarea que se realiza. Como nos recuerda el mismo papa Juan Pablo II, “…es cierto que el hombre está destinado y llamado al trabajo; pero, ante todo, el trabajo está ‘en función del hombre’ y no el hombre ‘en función del trabajo’”.  
 
Creo que es necesario dar un gran paso en este tema de la justicia social para que el valor de la persona humana esté por encima de todas especulaciones, tanto de parte del trabajador como de aquellos que generan fuentes de trabajo. También esta celebración nos invita a abrir nuestros ojos hacia tantos hermanos que viven en la pobreza, sufren enfermedades y carecen de un hogar digno por falta de un trabajo digno. Y qué lindo sería que en el marco de las elecciones que se aproximan, reflexionemos sobre la dignidad del trabajo y la importancia de ganar el pan “con el sudor de la frente”, como dice la misma Palabra.
 
Ojalá que sea esta una verdadera preocupación de todos,  más allá del asistencialismo y solidaridad momentánea. Nuestra inquietud debe manifestarse en una verdadera convicción por generar más fuentes de trabajo digno, que es posible en nuestra tierra tan fértil y con tan poca población. 
 
Es fundamental que nuestros representantes, que pronto asumirán la responsabilidad de conducir nuestra patria, tengan proyectos serios para promover trabajos dignos, y no  más planes sociales que generan mayor dependencia y esclavitud en los miembros de nuestra sociedad. 
 
La celebración y la devoción a San Cayetano nos recuerda que Dios es el autor de toda bendición y que la verdadera justicia en nuestro mundo laboral es posible cuando haya hombres y mujeres de fe, capaces de mirar la vida sin egoísmo, para que puedan dar lo mejor de sí y compartir los bienes y dones que Dios nos regala en lugar de acumularlo mezquinamente. 
 
Que la intercesión de San Cayetano nos ayude para que se produzca el  milagro del trabajo, pero a su vez que éste refleje el esfuerzo y compromiso sincero de cada una de las personas que lo realizan.


P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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