El 7 de agosto celebramos la fiesta de
San Cayetano, patrono del pan y el trabajo, una fiesta tan arraigada en
nuestra patria Argentina. Creo que estamos viviendo un tiempo donde el
trabajo es un verdadero milagro, ya que en un mundo globalizado no es
fácil conseguir un trabajo digno. Por ello es importante que todo aquel
que trabaja lo haga de corazón, asumiendo la responsabilidad que implica
un trabajo.
Como dice el papa
Juan Pablo II en el documento Laborem Excercens: “El trabajo es un bien
del hombre -es un bien de su humanidad-, porque mediante el trabajo el
hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias
necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un
cierto sentido ‘se hace más hombre’”.
Cuando
pedimos por el pan y el trabajo tenemos la misión de realzar la
dignidad de todo ser humano en este mundo moderno donde un trabajo digno
es escaso y reservado para pocos.
Que
San Cayetano sea una verdadera inspiración para realzar la dignidad de
cada ser humano por lo que es, y por el gran aporte que pueda realizar
desde la creatividad y el esfuerzo personal que se manifiesta a través
de su trabajo.
Pero como sociedad
urge que haya más ética en nuestro mundo laboral, para que la capacidad
y la profesionalidad sea respetada por encima de toda bandería
política y partidaria. Será éste un gran paso para superar tantas
situaciones de crisis que vivimos como sociedad.
Por
otro lado, en el mundo materialista que vivimos es bueno realzar el
valor del trabajo sin perder de vista la persona humana que está detrás
de cada tarea que se realiza. Como nos recuerda el mismo papa Juan Pablo
II, “…es cierto que el hombre está destinado y llamado al trabajo;
pero, ante todo, el trabajo está ‘en función del hombre’ y no el hombre
‘en función del trabajo’”.
Creo
que es necesario dar un gran paso en este tema de la justicia social
para que el valor de la persona humana esté por encima de todas
especulaciones, tanto de parte del trabajador como de aquellos que
generan fuentes de trabajo. También esta celebración nos invita a abrir
nuestros ojos hacia tantos hermanos que viven en la pobreza, sufren
enfermedades y carecen de un hogar digno por falta de un trabajo digno. Y
qué lindo sería que en el marco de las elecciones que se aproximan,
reflexionemos sobre la dignidad del trabajo y la importancia de ganar el
pan “con el sudor de la frente”, como dice la misma Palabra.
Ojalá
que sea esta una verdadera preocupación de todos, más allá del
asistencialismo y solidaridad momentánea. Nuestra inquietud debe
manifestarse en una verdadera convicción por generar más fuentes de
trabajo digno, que es posible en nuestra tierra tan fértil y con tan
poca población.
Es fundamental
que nuestros representantes, que pronto asumirán la responsabilidad de
conducir nuestra patria, tengan proyectos serios para promover trabajos
dignos, y no más planes sociales que generan mayor dependencia y
esclavitud en los miembros de nuestra sociedad.
La
celebración y la devoción a San Cayetano nos recuerda que Dios es el
autor de toda bendición y que la verdadera justicia en nuestro mundo
laboral es posible cuando haya hombres y mujeres de fe, capaces de mirar
la vida sin egoísmo, para que puedan dar lo mejor de sí y compartir los
bienes y dones que Dios nos regala en lugar de acumularlo
mezquinamente.
Que la intercesión
de San Cayetano nos ayude para que se produzca el milagro del trabajo,
pero a su vez que éste refleje el esfuerzo y compromiso sincero de cada
una de las personas que lo realizan.
P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino
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