17 de septiembre de 2013

La santidad del cura Brochero

Como Iglesia argentina, el sábado pasado, hemos vivido la gran alegría de la beatificación del cura Brochero. Gran trabajador y luchador incansable, uno de los pilares fundamentales para el desarrollo de la región que le tocó evangelizar. Su vida fue ejemplo y testimonio de perseverancia y entrega para todos nosotros. Los invito a reflexionar sobre la santidad, desde el ejemplo de vida que nos dejara este modelo de cura párroco y sacerdote fiel.
 
José Gabriel del Rosario Brochero nació el 16 de marzo de 1840 en Carreta Quemada, vecindad de Santa Rosa de Río Primero. Era de una familia sencilla y fue el cuarto de diez hermanos. En su temprana adolescencia decidió consagrar su vida al sacerdocio e ingreso en 1856, y en diciembre de 1866, celebró su primera misa.
 
“Ser Santo” es vivir apasionado por la misión: Y así lo hizo, como sacerdote era cercano al pueblo pobre y necesitado. Montado sobre una mula estuvo cerca de sus fieles, con un gran cariño por la gente que más lo necesitaba. Desde la vida del Cura Brochero aprendemos que la santidad consiste no solamente en actos heroicos, sino de vivir en la sencillez de lo cotidiano la fe, la esperanza y la caridad con un gran deseo de santidad. Como dice la Palabra de Dios: en definitiva, los santos serán los que “han manifestado su fe con obras, su amor con fatigas y su esperanza en nuestro Señor Jesucristo con una firme constancia” (1Tes. 1, 3).
 
El “Ser Santo” también conlleva la misión de guiar a otros a la santidad. Cada bautizados tenemos la misión de acompañar a los demás para que alcance la santidad. El Cura Brochero hizo de esto la opción fundamental de su “plan pastoral”, eligiendo los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola como “método pastoral” para llevar sus feligreses a Dios, confiando en que la gracia divina realizaría el resto, cambiando el corazón de los fieles y haciendo que la vida cristiana se manifestara en la realidad cotidiana de la familia y la sociedad.
 
“Ser Santo” amando y sirviendo al pobre y marginado: Para el Cura Brochero su opción por los más necesitados no fue una postura ideológica ni estereotipada. Vivió austeramente y murió pobre, entregando la mayor parte de su tiempo a la atención de los enfermos, a ayudar a los indigentes y a buscar a los pecadores. Su ejemplo ilumina a quienes hoy desean seguir las huellas de Cristo -que fue enviado a evangelizar a los pobres como signo de la auténtica evangelización-.
 
“Ser Santo” en la fidelidad al servicio hasta el final: en este mundo, en el cual vivimos tantos cambios, la vida del cura Brochero nos invita a ser perseverantes hasta el final a la misión que nos ha dado. Esa misión, esa manera cómo ha de entregarse cada uno a la comunidad depende del Espíritu y hay que preguntárselo, para ir encontrando ese sitio o ese modo desde donde Dios quiere que yo ame y sirva: si lejos o cerca, si sano o enfermo, si triunfante o perdedor, si hablando o callando. A través de la oración, de su inspiración, del discernimiento, de los acontecimientos de la vida, el Señor me irá “ubicando”. 
 
Por encima de todo nos invita a asumir esta actitud de abandono a la voluntad de nuestro Dios Padre, como dijo nuestra Madre María: “Hágase tu voluntad” Hacer que nuestra vida sea una permanente búsqueda de la voluntad de Dios y aprender a tomar las mil decisiones diarias, pequeñas y grandes, fáciles y difíciles, de sorpresa o de rutina, que integran mi vida, con atención y fe, con conocimiento de causa y alegría de ejecución. 
 
¡Que el testimonio de vida del Cura Brochero nos anime a emprender el camino de la santidad!


P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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