24 de junio de 2014

La fiesta de nuestra fe

El domingo pasado hemos conmemorado la fiesta de Corpus Christi que nos invita a reflexionar sobre la importancia de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía. En esta fiesta celebramos la centralidad de nuestra fe, porque la Eucaristía es el regalo más grande que Dios nos ha hecho, cumpliendo la promesa del mismo Jesús que nos dijo: “Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt28, 20). 
 
La fiesta de Corpus Christi, nos recuerda el valor y la importancia de la Eucaristía en nuestras vidas. Porque es la celebración de acción de gracias, donde como comunidad vivimos la presencia de Cristo. En la Eucaristía acontece el gran milagro de la transubstanciación, por la cual el pan y el vino se convierten en el  Cuerpo y Sangre de Cristo. La Eucaristía celebrada con fe, transforma no sólo a las personas sino a la comunidad entera. 
 
En cada Eucaristía reconocemos la importancia del  alimento espiritual para nuestras vidas. En su mensaje el papa Francisco nos hablaba de la importancia de este alimento espiritual citando la Palabra de Dios: “El hombre no vive solamente de pan, sino de todo lo que sale de la boca del Señor”. El hombre de hoy, además del hambre física, padece otra hambre y sed que no puede ser saciado por el alimento material. Estamos inmersos en una sociedad que tiene hambre de vida, hambre de amor, hambre de eternidad. 
 
Y Jesús nos dona este alimento, es más, es Él mismo el pan vivo que da la vida al mundo. Su Cuerpo es el verdadero alimento en forma de pan; su Sangre es la verdadera bebida como  vino. No es un simple alimento; el Cuerpo de Cristo es el pan que nos da vida eterna porque la sustancia de este pan es Amor. Un amor gratuito, siempre a disposición de toda persona hambrienta y necesitada de regenerar sus propias fuerzas.
 
Vivir la experiencia de la fe significa dejarse nutrir por el Señor y construir la propia existencia no sobre los bienes materiales, sino sobre la realidad que no perece: los dones de Dios, su Palabra y su Cuerpo. Si miramos a nuestro alrededor, afirmó el papa Francisco, nos damos cuenta de que hay muchas ofertas de alimentos que no provienen del Señor y que aparentemente satisfacen más. Algunos se nutren con el dinero, otros con el éxito y la vanidad, otros con el poder y el orgullo. Pero el alimento que nos nutre verdaderamente y que nos sacia es solamente aquel que nos da el Señor!
 
La fiesta de Corpus Christi nos invita a saciar nuestra hambre espiritual, con la oración y adoración al Dios vivo presente en la Eucaristía. Nos anima a vivir la celebración de la Eucaristía alimentándonos con su Palabra, su Cuerpo y su Sangre. Implica tener a Dios como centralidad en nuestra vida por encima de todas las prioridades, valorando y priorizando los momentos de encuentro con Él a través de la contemplación y la adoración como forma de oración y comunión con Cristo.
 
La fiesta de Corpus Christi nos invita a un buen discernimiento para reconocer cuál es el pan que  no alimenta y nos aleja de la vida eterna: el egoísmo, el individualismo, la autosuficiencia, la falta de solidaridad y amor generoso…; y nos convoca a una comunión como iglesia, de mayor solidaridad, un amor que lleva a tener presente al hermano que sufre y necesita amor de un Dios que nos une y que nos conduce a la vida eterna.
 

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

No hay comentarios.:

Publicar un comentario