Estamos próximos a las fiestas
navideñas y este tiempo de Adviento nos prepara para el gozo de la
esperanza el encuentro con Cristo, que nos llena con su alegre
presencia. Sin embargo, toda esta esperanza la vivimos en medio de una
sociedad muy conmocionada por la inseguridad y los golpes de violencia
que provocan los saqueos y destrozos en todo el país. Por ello considero
oportuno que reflexionemos sobre la importancia de la justicia y la paz
social; valores supremos de toda democracia, religiosidad y sana
convivencia.
Creo que a pesar de
tantos avances tecnológicos, la paz y la justicia social tienen un largo
camino por recorrer. En primer lugar la justicia no es solo un derecho
sino también un deber de todo ciudadano y ella se construye con el
aporte de todos. Por eso en necesario que tengamos leyes justas, un
orden social claro, donde la persona humana esté por encima de los
intereses económicos.
La ambición
y el deseo de quedarse con lo ajeno -lo que no me corresponden o más de
aquello que no me pertenece- es sin duda un gran problema que nos lleva
a tantas injusticias y fruto de ello son los saqueos sistemáticos que
se producen a través de los años en nuestra sociedad. Este tiempo de
adviento nos debe ayudar a volver a la sinceridad para no quedarnos con
lo ajeno, no apropiarnos de las cosas comunes que corresponden a toda la
sociedad. Ello implica un gran respeto por el hermano.
Como
sociedad este tiempo de adviento nos invita a superar el
individualismo, de pensar en nosotros por encima de “mí”. Por eso en la
Jornada Mundial de la Paz, el papa Francisco nos propuso “la
fraternidad” como arma para combatir las crisis económicas y las
guerras. La crisis económica y la violencia nos invitan a revisar
nuestro orden social de fraternidad, que va más allá del
asistencialismo. Una fraternidad que respete la dignidad del ser humano y
su integridad. Todo hecho de corrupción, sistemas económicos y
emprendimientos que oprimen nos alejan del anhelo del verdadero amor y
fraternidad.
Frente a tantas
desilusiones, recobremos fuerzas de las palabras de nuestro Papa Juan
Pablo II que nos dijo: “que el hombre no puede vivir sin esperanza.
Todos los hombres esperan en alguien y en algo.” Que en este tiempo de
adviento, nuestra espera no se reduzca solamente en personas humanas y
recompensas materiales, sino en la confianza de que el Niño de Belén
viene a instaurar un reino de justicia y de paz. Sin embargo no debemos
olvidar que necesita de nuestra colaboración, como necesitó de nuestra
Madre María, para que se lleve a cabo el plan salvífico de nuestro
Dios.
Que esta navidad, nos anime
a construir un nuevo orden social, con los valores fundamentales de la
fe, la amistad, el amor por la vida, la búsqueda del respeto a la
dignidad del ser humano, el espíritu de libertad, la solidaridad, el
interés por una justicia accesible para todos, una educación seria, el
aprecio por la familia… Que Dios amor, sea el centro de nuestros
proyectos personales y comunitarios y que caminemos hacia una sociedad
donde reine la justicia y la paz que nos trae el Niño de Belén.
Que
nuestra esperanza nos anime a dar pasos concretos en la realidad que
nos toca vivir. Que la incertidumbre o la indiferencia no nos gane y
aplaste. No podemos esperar a Jesús con los brazos cruzados, sino que
debemos extenderlos hacia delante, para llenar nuestro Adviento con
amor, fraternidad y entrega generosa y recibir al Niño Jesús en esta
Navidad!
P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino
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