10 de marzo de 2009

Mirando la vida con sentido cuaresmal

Nuevamente la cuaresma nos ofrece, un tiempo de gracia, para renovar nuestra fe como cristianos. Es el tiempo propicio, para lograr en nuestras vidas, una verdadera conversión hacia Dios. Por cierto ello implica un cambio radical en nuestra manera de pensar y actuar. Es necesario cambiar nuestra mirada hacia la vida, para verla con los ojos de Dios y “ser” distinto, en las situaciones cotidianas. Pero ello, no será posible sólo por nuestro esfuerzo personal, sino que fundamentalmente requiere de la gracia del Espíritu Santo, que transforma nuestras realidades humanas. Sólo necesitamos disponer nuestra buena voluntad y el resto lo hará Dios.

Si miramos a nuestro alrededor, nos daremos cuenta que de distintas maneras el hombre moderno se está replanteando cuestiones fundamentales de la vida como: ¿Cuál es el verdadero sentido de la vida frente a tantas opciones de quitarla y aun con posibilidades de institucionalizar esta propuesta? ¿Cuál es el sentido del mal, la enfermedad, el sufrimiento, la tristeza, a pesar de tantos avances tecnológicos? ¿Cuál es el verdadero sentido de la vida temporal y el más allá?
Por eso, en este tiempo dispongámonos a mirar profundamente el sentido de la vida desde la fe.

Estamos recordando a un Dios que ha llegado a la gloria, por el camino de la cruz. Desde allí hemos de animarnos a luchar contra el mal, con la fortaleza que nos viene de Cristo y sostenidos por su amor que vence toda adversidad. Como nos dice el Papa Benedicto XVI “Entrar en la cuaresma significa comenzar un tiempo de particular compromiso en el combate espiritual que nos opone al mal presente en el mundo, en cada uno de nosotros y a nuestro alrededor”. Este camino nos ayudará a asumir plenamente la presencia de la gracia de Dios en nuestra vida, para seguir luchando contra tantos efectos negativos del mal en nuestro vivir cotidiano, sabiendo que la verdadera liberación solo nos viene de lo alto.

Hoy resulta llamativo comprobar que todos miramos los cambios políticos de Estados Unidos, como una posible salvación de la actual crisis. Pero en realidad creo que nuestra verdadera crisis, va mucho más allá de una simple problemática económica. Estamos inmersos en una crisis de fe y de vida comunitaria, donde existe poco espacio para el “otro”, que es también mi hermano.

Ojalá que esta cuaresma nos ayude a descubrir y tener un profundo sentido de solidaridad comunitaria, cargando nuestras cruces desde la fe y no como islas donde prevalece el “sálvese quien pueda”. Frente a tantas propuestas mesiánicas de nuestro entorno, el espíritu de la cuaresma nos invita a asumir nuestras propias cruces (la crisis económica, soledad, abandono, enfermedades, etc.), con alegría y la fortaleza que nos viene de Dios, es el único camino que nos llevará al verdadero progreso, liberación y gozo de la vida.

Todo esto implica un verdadero cambio para descubrir y tener una mirada profunda hacia nuestra vida interior. Y la oración nos permitirá lograr una mirada limpia y pura desde el espíritu de oración y santidad.

Ojalá que en esta cuaresma podamos cambiar nuestras miradas: hacia el hermano que está a mi lado y necesita de mi solidaridad, hacia las cruces nuestras de cada día que nos ayuda a asumirlas con serenidad y esperanza, hacia un cambio radical de nuestras actitudes, modos de pensar y manera de ser, todo es posible por la gracia de Dios acompañado por el esfuerzo personal de cada día.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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