28 de abril de 2009

Dignidad del trabajo

El próximo primero de Mayo estamos por el día del trabajador. Es una oportunidad para reflexionar sobre el verdadero sentido del trabajo en nuestras vidas, frente a tantas situaciones indignas y utilitarias del trabajo que en lugar de dignificar al hombre lo aleja de su verdadero sentido.

El catecismo de la Iglesia correctamente comprende al trabajo como un servicio: “Es para el trabajador y para su familia el medio ordinario de subsistencia por él el hombre se une a sus hermanos y les hace un servicio, puede practicar verdadera caridad y cooperar al perfeccionamiento de la creación divina.” A su vez también nos advierte del gran peligro de ser esclavos del propio trabajo por variadas situaciones.

El trabajo debe estar en función del hombre y no a la inversa. Por parte cualquier trabajo, por simple o rutinario que sea es siempre fruto de la dignidad humana. El hombre con su trabajo no sólo transforma la naturaleza sino que se realice a sí mismo, se “hace hombre”.

El trabajo, sin importar el tipo que sea, es una virtud humana. El trabajo dignifica a la persona, la ennoblece y la santifica. Es una oportunidad que Dios nos para seguir aportando positivamente y perfeccionando este mundo que Dios nos ha dado para compartir.

Visto desde la fe estamos siendo co-creadores con el mismo Dios. El que trabaja, presta sus manos a Dios para que siga adelante con su obra creadora. Dios creó el mundo muy bello y espera de nuestro esfuerzo e ingenio para que este mundo sea un lugar agradable para la convivencia de todos los seres humanos.

Como sabemos todo trabajo implica esfuerzo, sacrificio y cansancios, que hace que el trabajo también muchas veces sea un sacrificio para sostener a la familia. Este sacrificio muchas veces se convierte en sufrimiento e injusticia cuando no está acompañado por: horarios y condiciones normales, salarios justos, sindicatos honestos y responsables... Allí donde se respeta la dignidad del trabajador y su vocación, el trabajo es un gozo y motivo de disfrute.

El trabajo también se hace llevadero por la medida que las personas mantienen un sano equilibrio entre la familia, –sus necesidades personales– y el trabajo. Uno no quita a la otra, pero todo necesita de una sana atención nuestra.

Otro de los aspectos fundamentales en nuestra realidad del trabajo es aprender a querer lo que uno hace. Son pocos los que tienen la posibilidad de hacer lo que a uno realmente le gusta y apasiona. Pero está nosotros apasionarse por lo que hace, querer lo que hago y genero y hacerlo de corazón. Según los psicólogos entendidos en el tema a menudo la razón del estrés y varias enfermedades relacionadas al trabajo son a raíz de la resistencia interior de nuestros trabajos.

Ojalá que hoy podamos apasionarnos de lo que hacemos: sea en el hogar, en la oficina, en un servicio a la comunidad. Que cada uno pueda dar lo mejor de sí en el servicio que nos toca cotidianamente, aportando positivamente para que mi servicio sea motivo de una mayor alegría para nuestros hermanos. A todos los trabajadores, que se dedican plenamente a su misión y que alimentan a su familia con el sudor de la frente.

¡Feliz día del trabajador y Dios los bendiga!

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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