16 de junio de 2009

El don de la paternidad

En unos pocos días estamos por celebrar el "Día el Padre", que nos moviliza a reflexionar entorno al don de la paternidad. Cuando hablamos del don de la paternidad en primer lugar hemos de hacer una mirada a nuestras familias de la sociedad moderna. Creo que frente a tantos desafíos que vivimos como sociedad hoy más que nunca hemos de recuperar la figura paterna en nuestras familias cristiana.

La paternidad entendida como un don y presencia real efectiva como padre de familia ha de ser rescatado más que nunca en nuestras familias cristianas. En muchas familias esta paternidad se ejerce de manera tan errónea, asumiendo el padre la función de ser meros proveedores materiales de la familia, sin involucrarse activamente con la función tan importante que le compete. Quisiera que hagamos una reflexión en torno a la paternidad desde nuestra fe como cristianos.

En primer lugar toda paternidad proviene de Dios. Es un llamado de Dios participar en la obra creadora, asumiendo una vocación divina de engendrar vida, asumiendo todo lo que implica sostener esta vida, tan preciada. En estos tiempos que vivimos tantos ataques a la integridad de la familia ojalá que se pueda recuperar el verdadero sentido de la paternidad que como cabeza de la familia que orienta y encamina a toda la familia en el verdadero amor y entrega generosa.

El gran desafío sigue siendo la desvinculación del hogar como lugar de afecto, amor y contención. A menudo esta contención se vive más fuera del hogar que dentro y muchas veces lleva a la desintegración de la misma. Creo que en esta contención afectiva, efectiva y espiritual el padre de la familia juega un lugar primordial. La creciente fractura entre paternidad y maternidad es uno de los mayores desafíos de la familia actual. En otras palabras a todo hijo/a es un gran dolor enfrentarse con una paternidad y una maternidad ignotas, disociadas o confrontadas en conflicto.

La situación es aún peor todavía, que muchas veces tenemos una sociedad que vive y está convencida en la "normalidad" de lo anómalo y de lo disfuncional, y que lamentablemente lo estamos asumiendo, como una realidad cotidiana, por distintos motivos. Esta fractura de lo conyugal quita de las familias la dimensión del ser varón o la mujer, generando graves consecuencias. Varón y mujer, como padre y madre, son identidades que se encuentran en su complementariedad, y no precisamente en su incomunicación, fractura o conflicto. A menudo estas crisis llevan a los hijos a grandes crisis afectivas que muchas veces lleva a la crisis de las identidades sexuales.

Sin centrarnos en las tantas debilidades y desafíos que vive la paternidad en la sociedad actual, quisiera que hagamos nuestra la decisión de construir una sociedad con una paternidad clara y visible.

Ojalá que cada padre de familia sean personas realmente presente en la vida del hogar: estando presente, dando ejemplo, amando y dejando ser amado; así ser una imagen con la que sus hijos se pueden identificar con esta entrega en gestos y actitudes concretas. Implica que realmente rescatemos el gran valor de la paternidad creyendo que es posible rescatar una verdadera paternidad. Depende de cada uno.

A todos los que han asumido esta hermosa misión de ser padres, ¡FELICIDADES Y BENDICIONES!

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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