9 de junio de 2009

El PAN que nos fortalece

Qué alegría debemos tener como cristianos en esta semana en la que estamos celebrando una de las fiestas más importantes de nuestra vida de fe la fiesta de "Corpus Christi". En ella, como Iglesia reconocemos la presencia real de Cristo en su Cuerpo y Sangre, que es alimento para nuestra vida espiritual. Esta solemnidad nos regala la presencia más visible de Dios en medio de nosotros.

Para la nuestra reflexión quisiera resumir un comentario que días pasados leía en internet, sobre un hombre que escribió al director de un diario: “Después de muchos años asistiendo a misa todos los domingos, abandoné la práctica religiosa, porque no tenía ningún sentido ir a misa cada domingo. Además de los 30 años de asistencia a la misa y los 3.000 sermones me acuerdo poco y creo que solamente ha perdido el tiempo..."

Pero en poco tiempo contestó otro en la carta de lectores: “He estado casado durante 30 años. En ese tiempo mi esposa me ha cocinado unas 32.000 comidas. Por mi vida que no puedo recordar el menú entero de ninguna de ellas. Pero sé una cosa: esas comidas me nutrieron y me dieron la fuerza necesaria para hacer mi trabajo. Si mi esposa no me hubiera dado todas esas comidas, hoy estaría físicamente muerto. Igualmente, si no hubiera ido a la iglesia para nutrirme, ¡hoy estaría espiritualmente muerto!”

Creo que muchas veces esto nos pasa a nosotros también con los grandes misterios de la fe. Perdemos el verdadero sentido y lo místico de las cosas con el correr de los tiempos. En primer lugar, la fiesta de Corpus Christi nos invita a renovar nuestra fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Cada vez que nos acercamos a la presencia de Cristo con fe, Él transforma a las personas y las situaciones personales que le ofrecemos.

No estamos ajenos a esta verdad, que muchas veces hemos vivido en carne propia y personalmente he escuchado a tantísimas personas que han recibido gracias muy especiales por disponer parte de su tiempo a la adoración al Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Y seguramente será nuestra experiencia también si nos acercamos a Cristo con fe y adoración.

Otro aspecto fundamental es reconocer el sentido comunitario de esta fiesta. La iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo. Él es la cabeza y somos su cuerpo. Como bautizados somos todos miembros de este cuerpo y tenemos la misión de santificar este Cuerpo de Cristo, que es nuestra misma Iglesia, con la vocación que Dios ha regalado a cada uno de nosotros. En este sentido en estos tiempos de crisis económico y social qué bueno que nos movilice un profundo sentido de solidaridad hacia nuestros hermanos más carenciados y necesitados. Que seamos multiplicadores de su amor y entrega generosa por encima de tantos intereses egoístas.

Que la celebración de Corpus Christi, en este año 2009, no sea un acontecimiento más que llena nuestras agendas, sino que realmente nos ayude a tomar consciencia de la verdadera presencia de Cristo en cada familia, comunidad y cada pueblo. Que Cristo que vive y se hace presente en nuestros corazones nos bendiga y acompañe en esta manifestación de fe tan importante del próximo fin de semana.

Abramos nuestros corazones a la experiencia de Dios, presente en la Eucaristía. Y ojalá que seamos capaces de mostrar cómo estamos dispuestos a LLEVAR al Señor en nuestro corazón y a TESTIMONIARLO con nuestras vidas: en actitudes y gestos concretos.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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