2 de junio de 2009

Superar el egoísmo

Encontrar motivos para alegrarnos en la vida, es un arte que debemos aprender todos.

En muchas oportunidades, encuentro personas que centran toda su atención en las cosas negativas y pocas veces descubren motivos para alegrarse en la vida. Están atentos a las pequeñas fallas, errores de los demás y lo magnifican tanto, que hasta pierden la posibilidad de ver la bendición de Dios en aquellas personas que nos rodean. Muchas veces esto pasa en la familia, donde hay miembros que ven solamente los defectos, los errores, los fracasos de la pareja, de los hijos. Creo que esto, es una de las razones fundamentales por la cual perdemos el sabor de la vida.

Para encontrar la verdadera alegría, hemos de empezar a mirar la vida con ojos de esperanza. Tomemos consciencia y valoremos las bendiciones de Dios, más que las cruces que cargamos cotidianamente. Descubramos más la bondad del otro, antes que sus defectos. Para lograr esto es necesario que nos liberemos del egoísmo que muchas veces nos enceguece y no permite mirar la vida más allá de lo “personal”. Quien tiene egoísmo no es capaz de ver la bondad del otro porque vive para sí mismo, pensado en su propio bienestar; aunque esto resulte en perjuicio de los demás.

Muchas veces este egoísmo, según dicen los psicólogos, es resultado de la falta de seguridad y confianza en uno mismo. Esto no le permite al individuo pensar más allá de lo suyo. Le resulta imposible ver las necesidades del otro siendo incapaz de salir al encuentro del hermano que necesita de su ayuda. También la autosuficiencia no le permite a quien la ejerce, recibir la ayuda del otro. Este egoísmo que muchas veces enferma todo el entorno, no solo se vive a nivel personal, sino también a nivel colectivo y sus efectos son mucho más negativos cuando se comparte como familia, grupos y hasta países enteros.

En estos tiempos de crisis que vivimos, y que gran parte de ella es el resultado de actitudes y conductas egoístas del pasado, lindo sería poder dar un paso importante para superar el egoísmo. Ser capaz de pensar más allá de mis propias comodidades, mi trabajo, mi familia, mi partido... Pensar y ver la vida con generosidad y amor para que nos engrandezca. Sólo así podremos salir de tantos encierros y cegueras y ver el rostro del hermano que sufre y reclama nuestra atención y auxilio.

El primer paso para superar el egoísmo es lograr una actitud de reflexión sobre nuestras conductas y acciones hacia nosotros mismo y los demás. Si somos personas negativas, si nuestras acciones están dañando a los demás, es tiempo de replantearnos un cambio consciente de nuestra vida. Proponernos vivir la vida con fe, confianza, ilusión y esperanza. Además creo que es una muy buena actitud comenzar a mirar las bendiciones de Dios en nuestra vida y en la de los demás, saboreando y agradeciendo al Altísimo todo lo que nos regala. Y esto debe ser motivo suficiente para llenarnos de alegría y felicidad. Muchas veces tendemos a prestar demasiada a las experiencias negativas de la vida, los fracasos, las decepciones, las equivocaciones. No nos detengamos más que lo necesario, sino demos un paso hacia lo positivo, a la novedad que Dios nos traerá cada día.

Por último, creo fundamental una sana espiritualidad para superar el egoísmo en la vida. No dejemos de imitar a Jesús el Maestro, que nos ha dado el mejor ejemplo de generosidad con su entrega hasta la cruz.

Elevemos una oración por aquellos que les cuesta ser generosos, abrirse a las necesidades de los demás y entregarse en la vida con gestos concretos de amor. Pero por encima de todo, seamos capaces de amar profundamente nuestra vida y la de los demás, a través de un amor que se entrega sin mezquindades.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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