7 de julio de 2009

No dejemos enfermar el alma

“Los argentinos se encuentran envueltos en el pánico ante el avance del virus AH1N1. Se esperan nuevas medidas para el lunes”. Tal las noticias que aparecían en los titulares de los diarios locales y nacionales en estos últimos días.

Todos sabemos cuánto desconcierto, temores, incertidumbres, angustias, y hasta en algunos casos desesperación ha provocado esta realidad que estamos viviendo. No es para menos, y qué bueno saber que nos preocupa vivir, que cuidamos la VIDA, la defendemos. Pero es llamativo como esta defensa se da en determinadas situaciones y muchas veces aunque la vida está en peligro, ni siquiera la tomamos en cuenta.

Lindo sería que esta desesperación que cunde por no contagiarnos, se refleje también en defender la vida, cuando ella está en peligro, por tener niños que no tienen las mínimas condiciones de una vida digna, cuando hay tanto hechos de violencia que acontecen en las calles de nuestras ciudades, cuando vemos tantos jóvenes que viven presos de las drogas y el alcohol: “ALLÍ TAMBIÉN LA VIDA ESTÁ EN PELIGRO”.

Y mucho más aún, cuando la enfermedad invade el alma y ni siquiera nos damos cuenta de las pandemias que están instaladas en todo el mundo, y lo que es más triste aun, que no buscamos remedios para curarlas. No olvidemos que el hombre no es sólo cuerpo, sino también ESPÍRITU.

Pensaba cuando escuchaba en los medios de comunicación las medidas que debemos tener en cuenta para evitar el contagio de la gripe, que el alma también necesita medidas de prevención y atención para su curación y que muchas veces las descuidamos y en otros casos, y que es peor aún, ni siquiera nos detenemos a buscarlas.

Cuántas almas enfermas caminan por el mundo y sin embargo no cunde el miedo, la desesperación. Cuántos rostros tristes encontramos a diario en nuestro trabajo, en las oficinas, en las calles y aun en nuestras propias familias y que son el fiel reflejo de las angustias y desolaciones que vivimos interiormente.

Los invito a reflexionar sobre las enfermedades del alma para que pongamos toda nuestra buena predisposición y hagamos también una excelente campaña de prevención y curación de nuestro interior. Qué importante saber que los remedios para erradicar estos males, son gratis, que no necesitamos hacer largas filas para ser atendidos, que solamente basta confiar en el mejor médico que tenemos, se llama JESÚS y que el medicamento apropiado es la ORACIÓN. Y la mejor manera de prevenirla es la EUCARISTÍA. Este sacramento que está al alcance de todos los que lo deseen y que como lo decía San Juan María Vianney, “Jesús en la Eucaristía es el Dios que como nuestro Salvador, se ofrece a sí mismo cada día por nosotros.

Si estás triste y afligido, te consolará y ayudará. Si estás enfermo, te curará y te dará fuerzas para poder sobrellevar el sufrimiento. Si el enemigo, el mundo y la carne te atacan, Él te dará las armas para luchar, resistir y vencer. Si eres pobre, te enriquecerá con todo tipo de riquezas hoy y en la eternidad. Abramos la puerta de su sagrado y adorable Corazón, y dejemos que por un instante las llamas de su amor nos envuelvan, y veremos que el Dios que nos ama puede hacer todo esto”.

Ojalá que nos preocupemos por todos los aspectos de nuestro ser, no solamente por el físico. Que por la fuerza divina, tantas tristezas y adversidades se conviertan en esperanza y gozo. Estemos atentos frente a tantas pandemias que nos atacan, fortalezcamos nuestras defensas con la vacuna de la “ORACIÓN”, junto al esfuerzo de tantos médicos y profesionales de la salud que nos atienden.

Y que el Padre Bueno nos asista, para que nuestra sanación no sea solamente física, sino también espiritual.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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