27 de octubre de 2009

Fortalecer la familia

En estos días, en que conversaba con varias personas, me comentaban que una de las razones de tantos conflictos en la familia, surge de los problemas económicos, los que generan lamentablemente situaciones de peleas y eventuales separaciones. Esta realidad lleva a los padres a trabajar de manera excesiva, por no contar con el presupuesto necesario para enfrentar las necesidades de cada día, lo que no les permite disponer del “tiempo” suficiente para compartir y dialogar en familia.

No hay duda que estas cuestiones afectan a todos pero no podemos permitir que atenten contra la unidad familiar. Con mucha creatividad, hemos de fortalecer el gran valor de la familia para que sea nuestro sostén en estos momentos difíciles. Y aquí la misión de cada bautizado, juega un rol muy importante con el fin de unir y fortalecer las relaciones familiares, logrando así resistir a tantos ataques de la sociedad moderna.

Uno de los recursos que debemos considerar, para contrarrestar estos ataques, es encontrar y priorizar los tiempo para compartir entre los miembros de la familia. No siempre es posible disponer de este espacio temporal para estar juntos, pero es posible que el momento de encuentro sea fortalecido con un espíritu de gran comunión y alegría mutua, que nos llene de fuerzas y esperanzas en las dificultades. Y en esto debemos tener muy en claro lo importante que es aprovechar el tiempo que muchas veces perdemos en cosas superfluas, en cuestiones que no favorecen la unidad familiar, para compartir aquellos momentos que nos permiten celebrar los pequeños logros de la familia: el aniversario de boda, los cumpleaños, el regreso de un viaje, el éxito logrado por uno de los miembros de la familia etc.

Sin duda la familia se fortalece en la medida en que somos capaces de encontrar respuestas y soluciones a tantos problemas que hemos de enfrentar: las enfermedades, pérdida de trabajos, los fracasos etc. Hemos de garantizar a cada uno de sus integrantes que pueden contar con la familia en todas las situaciones límites que se presenten. También es clave que seamos capaces de superar los pequeños conflictos dentro del propio seno del hogar a partir del perdón y la reconciliación.

Si realmente queremos la unidad de la familia es importante aprender a “disponer” de tiempo para estar con nuestros seres queridos, sin tanta prisa y corridos por el horario. Muchos hijos de nuestro tiempo reclaman la presencia real de sus padres en su vida. Y esto va mucho más allá de un simple atender las necesidades elementales de vida. Requiere de una manifestación afectiva y efectiva de los padres junto a los hijos, ya que es la clave para el crecimiento integral de toda la familia.

Seguramente muchos de nosotros atesoramos en nuestra memoria los momentos vividos en nuestra niñez, donde el domingo, era un ritual sagrado “compartir en familia”. Era el día para reunirse y disfrutar entre los miembros del hogar, participar de la Santa Misa, orando juntos y poniendo en manos de Dios los proyectos y sueños de la familia y de cada uno de sus miembros.

Ojalá no dejemos de imitar estas prácticas que nos inculcaron nuestros padres, porque sin duda que el encuentro de oración también nos ayuda a dejar en manos del todopoderoso el destino de nuestra familia y confiarnos plenamente en un Dios que se hace cargo de todo aquello que no somos capaces de lograrlo solos.

Imploremos al Altísimo para que en estos tiempos de tanta dispersión y propuestas desintegradoras, podamos convertir a nuestra familia en lugar de encuentro y fortalecimiento personal. Solo así y bajo el amparo de la Sagrada Familia de Nazaret podremos vivir en una familia armoniosa porque el amor de Dios reinará en nuestros hogares.

P Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

No hay comentarios.:

Publicar un comentario