24 de noviembre de 2009

¿Por qué Jesucristo es Rey?

El domingo pasado hemos celebrado la fiesta de Cristo Rey, con la cual concluimos el año litúrgico. Y esta festividad tan especial nos debe hacer reflexionar sobre el “lugar que ocupa Dios en nuestras vidas”. Todos creemos en un Dios, pero muchas veces a nuestra manera y según nuestra conveniencia… Todo está bien y nos alegramos cuando recibimos sus gracias y bendiciones, pero… nos enojamos cuando aparecen las dificultades y le cuestionamos porque no nos escucha.

Pero… no se trata de un Dios que nos libera de todos los problemas, dificultades y sufrimientos de la vida cotidiana, sino que es un Dios que nos invita a asumir plenamente las cruces de cada día. Por eso la verdad de la fe nos invita a asumirlo a Cristo como Señor y Rey de nuestras vidas, especialmente en estos tiempos en los cuales estamos expuestos a tantas propuestas que parten de un mundo altamente materialista y secular. En esta realidad donde muchas veces lo que vale es el bienestar momentáneo. Y esta fiesta de Cristo Rey nos invita a centrar toda nuestra vida en un Dios que nos salva… y que se ocupa de nuestra felicidad hasta la eternidad.

El reino de Cristo es algo muy distinto a los reinados que estamos acostumbrados a ver en nuestro entorno. Por eso el mismo Jesús dice a Pilato: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí" (Jn 18, 36). Jesús nos es el Rey de un mundo de poder, riquezas, comodidades superfluas y de gloria, sino de un mundo de justicia, paz y amor.

Él nos ha demostrado con su ejemplo… que el camino de la gloria es la cruz. Por eso nos invita a luchar por un Reino de Verdad y Justicia. No se presenta como el Rey que ejerce su poder por la fuerza de la ley, sino por la fuerza del amor. Un Rey que no es justiciero, sino misericordioso y capaz de entregar su propia vida para la salvación de la humanidad.

De allí la importancia de celebrar a un Rey bondadoso y sencillo que como pastor guía a su Iglesia y a todas las personas hacia el Reino Celestial. Este Reino de Dios no solo llegará después de la muerte, sino que ya estamos invitados a colaborar para que Su Reino se instaure entre nosotros. Esto será una realidad en la medida en que estemos dispuestos a asumir el reto de amar profundamente la vida y a nuestros hermanos. Y cada vez que somos capaces de luchar por la justicia y optar por los más necesitados estamos siendo partícipes y sembradores de ese Reino.

Jesucristo, que es nuestro Rey no está ausente de nuestra realidad, sino que es compañero de camino. Un Rey que se interesa por cada uno de nosotros… un Rey que se conmueve frente al dolor humano… un Rey que responde frente al clamor del pobre y desamparado…un Rey que nos sostiene en nuestras debilidades y caídas…un rey que nos levanta y nos llena de esperanza en medio de las dificultades.

Así Jesucristo es el Rey y el Pastor del Reino de Dios, que sacándonos de las tinieblas, nos guía y cuida en nuestro camino hacia la comunión plena con Dios Amor. Asumir a Cristo como Rey de nuestro existir implica mirar la vida con los ojos de la fe. Es llenarnos de esperanza en un mundo donde más vale el tener… que SER… Es asumir plenamente la vida… y caminar hacia la vida eterna… hacia la tierra prometida… y alcanzar la felicidad que parte de un Dios que nos ama profundamente.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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