11 de enero de 2010

Iniciemos… en nombre del Señor

Según la edad que tengamos, seguramente muchas veces hemos iniciado un nuevo año. Pero lo importante y novedoso es comenzarlo en nombre de Dios y consagrarlo a Él, confiando a la Divina Providencia todos nuestros deseos, planes y preocupaciones para que podamos iniciar el año en manos del Dios que es amor y misericordia. Es una nueva oportunidad que el todopoderoso nos regala, el de poder compartir la vida, llenándonos de fuerzas para enfrentar todos los desafíos y obstáculos que nos toque sortear, porque Él es autor de todas las gracias y bendiciones.

Y porque Dios es la fuente de toda gracia, es de donde hemos de sacar las fuerzas necesarias para vivir bajo su mirada constante. Y la mejor manera de acercarnos a esa fuente de vida, es por medio de nuestra preparación espiritual. Son los momentos de oración y silencio interior los que nos ayudarán a dar este sentido profundo a las cosas que hacemos cotidianamente y verlas desde la fe – “con los ojos de Dios”. Es ahí donde recibimos las fuerzas e inspiraciones para crecer y avanzar a pesar de las adversidades, descubriendo el verdadero sentido a las cosas de la vida.

Encontrar la profundidad en las realidades cotidianas, es uno de los grandes desafíos. La mayor tentación en la vida es quedarnos en lo superficial de las experiencias de vida. Muchas veces reducimos nuestras vidas a meras preocupaciones como las del dinero, los bienes materiales, las apariencias, el prestigio, es decir todo aquello que nos deja en la superficie. Es verdaderamente una gran pena que una vida humana, que es tan sagrada y tan valiosa, se quede en ese nivel. Y lamentablemente basamos nuestra felicidad sobre estos detalles tan secundarios, dejando de lado lo esencial… que es la experiencia de Dios.

A menudo tratamos de justificar el desinterés por lo espiritual en la falta de tiempo, por los múltiples trabajos, el exceso de compromisos, nuestro entorno social etc. Pero si miráramos con detenimiento a nuestro alrededor encontraríamos muchas personas con una gran capacidad de lucha y entrega, gracias a la profunda vida espiritual que las sostiene. Las motivaciones transcendentales las llevan a superar tantos desafíos momentáneos de la vida. Creo que en este año que empieza hemos de aspirar a cosas mayores, que van más allá de mantener una situación económica cómoda, un status social, la salud, el bienestar etc.

Ojalá que este nuevo año que ya está en camino, nos llene de motivaciones nobles para seguir avanzando… y encontrando el verdadero sentido a las cosas que hacemos. Tengamos muy presente esto, para que en el afán de hacer y lograr objetivos nunca perdamos de vista lo más preciado del ser humano – la vida espiritual, la fe y la confianza en Dios, los momentos de oración y reflexión, el afecto de nuestros seres queridos… Que vivamos a pleno todas las dimensiones de la vida, para que sea un año que nos llene profundamente a través de las pequeñas y grandes cosas que hacemos con amor y pasión.

Por eso te invito a realizar un alto en el trajín diario, para preguntarnos al empezar este año: ¿Cuáles son las razones más valiosas para vivir y qué cosas tengo pensado hacer durante este 2010? Seguramente que sobrarán motivos para vivir y faltarán horas del día para concretar aquello que deseamos hacer, porque el Padre Bueno nos quiere cristianos alegres y comprometidos. ¡ADELANTE ¡ En nombre del Señor iniciemos este nuevo año.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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