6 de abril de 2010

“No está aquí… ha resucitado” (Mc 16,6)

El domingo pasado hemos celebrado la fiesta de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Todavía sigue resonando este saludo tan esperanzador: “felices pascuas de resurrección”. Hoy quisiera reflexionar entorno a lo que significa vivir la resurrección del Señor en nuestras vidas.

La resurrección de Cristo más de un acontecimiento histórico para el cristiano y bautizado debe ser una experiencia de fe. Una experiencia que da respuestas a tantos misterios de la fe… una experiencia que nos llena de esperanza frente a tantas situaciones de muerte que vivimos a diario. Dios vuelve a unir las relaciones rotas entre seres humanos y viene salvarnos de tantas esclavitudes del pecado.

En un mundo secular que vivimos la fiesta de la resurrección Si, alegrémonos y regocijémonos porque Cristo con su muerte ha destruido el pecado y con su resurrección ha inaugurado una vida nueva para todos. Dios creó al hombre para vivir siempre y para ser feliz viviendo en armonía con Dios y con los hombres.

La resurrección de Cristo nos demuestra que el amor de Dios vence toda situación de injusticia y que él es autor de la VIDA. El fin de la creación ha sido la felicidad del ser humano. Dios en su infinito amor envío a su Hijo Único, para devolvernos la vida y librarnos del pecado “tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn. 3,16). Como dice San Pablo hemos sido rescatados por la sangre de Cristo.

El ha establecido una nueva alianza en su sangre, signo del inmenso amor que nos tiene, y nos ha comunicado su Espíritu Santo, para que todos los renacidos por el agua y el Espíritu Santo en el bautismo, participemos de su vida nueva, y guiados por el Espíritu Santo vivamos la vida nueva del resucitado.

Celebrar la resurrección de Cristo nos llena de esperanza en la resurrección. Nos da sentido a la pérdida de nuestros seres queridos. Nos anima a seguir caminando hacia la vida eterna, a que estamos llamados. Nos dice San Pablo en su carta a los Romanos: "Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos". (Rom 8, 24-25)

La resurrección de Cristo es motivo de felicidad para toda la humanidad por eso hemos dicho tantas veces en estos días, “Felices Pascuas”. ¡¡Si felices pascuas!!, merece este grito de alegría porque Cristo nos ha liberado de la esclavitud del pecado y de la muerte para ser libres y felices.

Con la resurrección de Cristo todo empieza de nuevo. El renueva toda situación de tristeza y desanimo… Él restaura la creación entera con un orden nuevo donde reina el amor, la justicia, la fraternidad y la paz. El nos llena de esperanza para trabajar por un mundo nuevo donde todos sumemos para una vida digna para todos, donde a nadie le falte lo necesario, el alimento, el trabajo, la educación, el acceso a los servicios para la salud, pero sobre todo el respeto a la dignidad humana y a sus derechos fundamentales... que sea un derroche amor, felicidad y paz para todos… sin distinción de condición social…

A todos les deseo FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN, en este 2010.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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