13 de julio de 2010

Valorizar la familia

La familia es la estructura fundamental de todas las culturas, donde sin importar de qué forma se la conciba o cómo se establezcan los lazos de vinculación entre sus miembros, es una realidad fundamental para la existencia humana.

En los últimos tiempos se han producido grandes cambios en el núcleo de nuestras familias conformada por padre, madre e hijos. En estos días, nuestros representantes definen y dan el marco legal para el tipo de familia que es y será la base esencial de nuestra sociedad. Esta situación, una vez más, nos lleva a tomar posición frente a decisiones que incumben al futuro de nuestra sociedad. En este marco quisiera reflexionar sobre la importancia de la familia para la formación integral de las personas en nuestra sociedad y de tantas problemáticas que se viven en nuestras familias, las que necesitan respuestas concretas de parte de toda la sociedad.

El primer paso para generar igualdad respecto a las diferencias, es el diálogo sincero que reconoce la diversidad y las respeta. Creo que las diferencias enriquecen a la sociedad y querer igualar lo que es diferente solamente nos lleva a la confusión y a la desorientación. Enaltecer la figura social y cultural de la familia, formada por un papá y una mamá, no creo que sea discriminatorio a cualquier otro tipo de convivencia e igualarlo con otro tipo de avenencia, considero que sería un grave error y no por cuestiones de fe, sino simplemente porque atenta contra la misma naturaleza.

Nuestras familias viven situaciones traumáticas hace bastante tiempo, las que necesitan respuestas concretas de la sociedad. Vivimos fuertemente los impactos de la crisis económica que lleva a muchas familias a tener que sobrevivir con un plan social o con pocos recursos, los que no alcanzan para gozar de una vida digna. Son muchos los hogares en los que falta un trabajo merecido para el padre y madre que les permita sostener decorosamente a sus hijos. No son pocas las familias que se encuentran desamparadas frente a la enfermedad y el dolor. Aún teniendo una cobertura social, la realidad nos demuestra que en situaciones de enfermedad, no resulta fácil conseguir una atención adecuada en tiempo y forma. Tenemos mucho por hacer en estos temas y ojalá que podamos discutir proyectos concretos que dignifiquen a nuestras familias y las saquen de la situación de pobreza y marginalidad.

Pero aún queda mucho más por hacer, ya que la familia de hoy se encuentra también desamparada ante la realidad de falta de perspectiva de una juventud que cada vez más se entrega al alcohol, la droga y el abandono… Muchos padres y madres sufren la falta de futuro de sus hijos. Y para contrarrestar este flagelo es prioritario establecer los mecanismos necesarios que garanticen una educación adecuada en la que podamos destinar todas nuestras energías y esfuerzos para formar a nuestros niños y jóvenes para un mundo de trabajo.

Por supuesto, que la familia también se encuentra frente a situaciones que atentan contra la identidad sexual de sus hijos, lo que no es ajeno a la sociedad. Por eso es bueno que sepamos respetar las diferencias, sin tener que cambiar “la institución” que los contiene y sostiene. Que cada niño y joven tenga un hogar digno y como sociedad seamos capaces de garantizar este derecho a todos, respetando la ley y el orden de la naturaleza. Como ya lo señalé anteriormente, pero, es bueno destacarlo, son temas que van más allá de las creencias religiosas y convicciones políticas y partidarias porque se trata de respetar el orden natural del ser humano.

Ojalá que seamos una sociedad madura, capaz de caminar juntos para fortalecer y sostener la familia en estos tiempos de tantas adversidades. Elevemos nuestras oraciones al buen Dios para que seamos iluminados y guiados por el Espíritu de la verdad y del bien común.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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