10 de agosto de 2010

Lo que podemos dar a los niños

El domingo pasado hemos celebrado el Día del Niño. Hubo muchos festejos, los comercios estuvieron trabajando mucho más de lo habitual. Algunos niños tuvieron la alegría de recibir hermosos regalitos. Otros ni siquiera se percataron que fue su día.

La verdad que cuando uno mira el rostro de nuestros niños seguramente coincidiríamos que no hay nada más importante que la alegría de los niños para un hogar y, por supuesto, para toda la sociedad. Porque la alegría de los pequeños es contagiosa. Por eso Jesús decía: “Dejen que los niños vengan a mí” (Mt 19,14).

En medio de tantos festejos, la verdad que me cuestioné acerca de tantos niños de nuestra sociedad. ¿Cuál sería el mejor y verdadero regalo para nuestros niños? Esta cuestión es todo un desafío. Tal vez para algunos, resulte más fácil pedir un regalo en un comercio de la esquina, que es rápido, no nos complicaría tanto y cumple con una atención a ese niño que necesita mucho más que un simple presente. Esta actitud de compromiso me llevó a pensar en algunos regalos que no pueden faltar en la vida de ningún niño:

Lo más importante que debemos ofrecer a un niño es el cariño y el afecto de su mamá y su papá dentro del ámbito de un hogar. Lamentablemente son pocos los niños que tienen el regalo de un papá y mamá que están a su lado.

No son todas las familias capaces de ofrecer a nuestros niños este afecto sincero, que implica compromiso y entrega, y que tanto ellos necesitan. Por supuesto, cuesta mucho más que una caja de bombones o un sofisticado juego que podemos conseguir en cualquier juguetería.

Cuando veo tantos niños que pululan por las calles céntricas, especialmente los fines de semana, cuidando autos para ayudar a sus padres a generar un ingreso para el hogar, pienso que el mejor regalo que le podemos ofrecer es un papá y una mamá que tenga un trabajo digno que les permita disfrutar de un hogar, donde puedan alimentarse, estudiar y descansar como todos los niños y crecer en un ambiente de armonía y tranquilidad.

Lo que más disfruta un niño es el juego. Hemos avanzado tanto como sociedad que no siempre es fácil que nuestros niños puedan jugar libremente en nuestras plazas, caminar por nuestras calles con seguridad… Creo que es fundamental que como sociedad seamos capaces de regalar a nuestros niños un mundo donde puedan andar sin miedo y seguros de su integridad.

Una sociedad donde adultos les enseñen con su ejemplo sobre la justicia, el orden, la disciplina, el respeto. Pero lamentablemente muchas veces son los propios hogares los lugares donde nuestros niños aprenden tantos tratos inadecuados, tanta violencia y agresión y, por supuesto, tantos otros anti-valores que nos resulta imposible aceptar.

Regalar a nuestros niños un ambiente feliz es un gran desafío en nuestros tiempos. La felicidad no es cuestión de tener más y más cosas, sino sencillamente lograr una mirada distinta a las cosas de la vida. Una mirada que permita poner al ser humano por encima de las cosas materiales…

Porque la felicidad no la producen las cosas. “Felicidad” es un estado del alma que se logra por la conexión con el Dios Real y Poderoso que se hizo hombre para demostrarnos su amor y llenarnos de regalos invisibles. Ojalá que podamos regalar a nuestros niños esta gran capacidad de creer y llenarse de esta esperanza que viene de Dios.

Felicidades a todos los niños y quiera Dios que siempre nos preocupemos para que nuestros niños sean felices de verdad, pero no por un día, sino durante toda una niñez.

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