15 de marzo de 2011

Apostemos a una cultura de prevención

Las últimas noticias que recorren el mundo nos cuentan sobre el violento terremoto y el posterior tsunami que azotaron la costa este de Japón, y nos ponen al tanto de los grandes daños causados, ya que es uno de los más fuertes en la historia de la humanidad. Leyendo los periódicos y mirando los noticieros, me parecía interesante, aun en medio de tantos desastres y hechos lamentables, aprender de nuestros hermanos japoneses la actitud con que todo un país enfrenta semejante desastre natural.


A pesar de ser una zona de alto riesgo sísmico, tienen edificios y construcciones de gran envergadura. Han superado otras cuantas catástrofes naturales y están sosteniendo a las 127 millones de personas que viven en un país un poco más pequeño en su extensión territorial que nuestro vecino Paraguay.

Conversando con algunos misioneros japoneses me comentaban que desde pequeños se los entrena para superar situaciones de desastres que pudieran ser causadas por un terremoto. Desde la familia y la escuela se los prepara para enfrentar situaciones límites.

Qué bueno sería que desde nuestras familias y escuelas se pudiera preparar a nuestros niños y jóvenes, para enfrentar situaciones imprevistas de la vida. Creo que tanta fragilidad emocional que vemos en nuestra sociedad tiene que ver con esta falta de preparación y disposición. Niños y jóvenes desde temprana edad se ven necesitados de un acompañamiento psicológico, ante cualquier pequeña alteración de su rutina de vida.

Otra actitud muy importante es hacer las cosas como corresponde. Leía un comentario del diario La Nación, que me pareció muy interesante y es que en Japón, por ser un país acostumbrado a vivir constantemente terremotos, se han asegurado de que sus códigos de construcción y sus edificios estén preparados para resistir terremotos, lo que seguramente ha salvado millones de vidas. Es prioritario que como sociedad tomemos conciencia de que debemos hacer las cosas como corresponde, en lugar, frente a la costumbre, de evadir las cosas que persiste en muchos ámbitos de nuestra vida cotidiana. Esta sana costumbre puede salvar muchas vidas y nos asegura no lamentar situaciones desagradables.

Otro de los aspectos fundamentales que debemos aprender de nuestros hermanos japoneses, creo que es la seriedad con que encaran la educación, la investigación y la cultura de la sana información. Así podremos prevenir tantos desastres de la vida si empezamos a invertir en una educación seria, donde se priorice la investigación y el conocimiento. Adecuar mecanismos eficientes que nos garanticen una información clara, precisa, para que esté por encima de todo sensacionalismo.

Muchas veces hemos escuchado “es mejor prevenir que lamentar” o “persona prevenida vale por dos”. Estas frases, aunque nos sugieren la importancia de la prevención, casi no son tomadas en cuenta y menos aún se las pone en práctica. Ojalá que podamos unir fuerzas y voluntades para instalar una cultura de prevención, en lugar de una mirada de lamentos frente a tantas situaciones y hechos que vivimos a diario en nuestra sociedad. Que juntos podamos sostenernos, como lo están haciendo nuestros hermanos japoneses, en aquellos momentos de dificultades y problemas, con una actitud superadora, por encima del deseo de encontrar un culpable que tenga que pagar los daños que como sabemos son irreparables.

Ojalá que entre todos pongamos en marcha aquellos mecanismos que nos aseguren que la verdadera prevención evita lamentos innecesarios.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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