22 de marzo de 2011

Cuidemos lo que es escaso y necesario

El 22 de marzo fue declarado por las Naciones Unidas como el Día Mundial del Agua. Nosotros, que tenemos la abundancia de este recurso en nuestra provincia; tal vez, no siempre somos conscientes del valor de la misma. El agua es esencial para la vida y, sin embargo, es escasa para millones de personas en todo el mundo, especialmente en los países superpoblados y los del Medio Oriente. Son muchos los niños que mueren a diario por enfermedades transmitidas por el agua contaminada. La sequía azota periódicamente algunos de los países más pobres del planeta y, sin ir más lejos, hay zonas de nuestro país que carecen de agua potable.
El desarrollo económico de los últimos años y el incremento de la población mundial tienen como consecuencia que el consumo mundial de agua se haya triplicado, en tanto que en el último cuarto de siglo la disponibilidad de agua disminuyó un 50%. Según los datos que nos provee la ONU, se estima que para 2025, 3.500 millones de personas (casi la mitad de la población mundial) sufrirán dificultades para acceder al agua potable. También son muchas las personas que mueren cada año en el mundo debido a enfermedades ligadas a la mala calidad o la carencia de agua o a desastres hidrológicos. Según la ONU, “cada veinte segundos un niño muere como resultado de los malos servicios sanitarios que sufren 2.600 millones de personas en el mundo, lo que significa que un millón y medio de vidas jóvenes se interrumpen prematuramente por causas que podemos prevenir”.

El Día Mundial del Agua propuesto por la ONU pretende crear conciencia sobre la imperiosa necesidad de conservación de los recursos hídricos y sobre la contribución que su desarrollo y aprovechamiento hacen al bienestar social. La respuesta a esta gran problemática no solamente depende de las decisiones de las organizaciones internacionales o los gobiernos de turno, sino pasa por la toma de conciencia de cada uno de nosotros, no sigamos esperando que comience el “otro”, ese “otro” somos nosotros mismos y debemos actuar ahora.

Formar una conciencia ecológica en nuestros niños y jóvenes es una cuestión importante y urgente, no esperemos más. Como adultos, es nuestra tarea y responsabilidad, generar esta conciencia para que entre todos logremos una cultura de cuidado y conservación de nuestro medio ambiente. Son muchas las cosas sencillas que podemos hacer para que el agua alcance para todos: en primer lugar concientizarnos de que estamos ante un recurso limitado y escaso por lo que es fundamental cuidar su uso. Esta concientización podemos traducirla en acciones concretas: cerrar bien las canillas cada vez que las abrimos; reemplazar el llenado de la bañera por un baño de ducha; tomar precauciones al lavar los platos y cubiertos, cuidando nuestros ríos y arroyo de la contaminación. etc.

Es importante recordar que, al igual que todos y cada uno de los recursos naturales, el agua es una bendición de Dios para la humanidad. Es por ello que como cristianos no debemos olvidar nuestro rol fundamental en su cuidado, no sólo para nuestro beneficio sino para las futuras generaciones, cuidado que debemos extender a cada una de las manifestaciones de la creación de Dios. En este sentido tenemos la responsabilidad de administrar este recurso con responsabilidad y amor.

Son muchas las pequeñas cosas que podemos implementar como hábito en nuestra vida cotidiana para mejorar y conservar nuestro medio ambiente. Ojalá que tengamos una mirada de amor, respeto, humildad y responsabilidad frente a este planeta que es la casa que Dios eligió para nosotros y nuestras generaciones futuras. Cuidemos este regalo, pensemos en hacer el bien en lugar del mal, en construir en vez de destruir, en amar antes que odiar para que todo nos vuelva de esa manera y sustentemos la vida en el espíritu.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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