12 de abril de 2011

Cuaresma, tiempo para renovar la fe

Estamos pronto a vivir la Semana Santa, un tiempo de gracia muy especial para acompañar a Jesús en su pasión y muerte. Aunque la experiencia plena de nuestra cuaresma y Semana Santa es una oportunidad para estar cerca de la pasión de Cristo, el centro de esta vivencia es la misma resurrección de Cristo. Es una ocasión especial para renovar nuestra fe y la esperanza en la persona de Cristo Resucitado.

Todos sabemos que los momentos de dolor y sufrimiento son los que más nos acercan a nuestro buen Dios y es una verdadera ocasión para afianzar nuestra fe. La fe en un Dios que nos salva. En los momentos límites nos damos cuenta que la fe requiere de una entrega total y abandono en las manos de Dios, aceptando Su Voluntad en nuestras realidades cotidianas. Y el mejor ejemplo de esta fe incondicional la tenemos en la persona de la madre María que fue alabada por el mismo Ángel Gabriel al decir: “¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” Y esto podremos hacerlo realidad en nuestra vida, si somos capaces de creer que Dios siempre nos acompañará y se ocupará de nuestras necesidades. Sólo basta que nos abandonemos en Él para que se cumpla su voluntad en mi vida.

La fe es un hermoso don de Dios que no debemos descuidar. Es una gracia que dará sus frutos en la medida de que nos adentremos en la dinámica de creer en Dios, quien nos irá revelando grandes bendiciones. A menudo descuidamos esta gracia al no dar tiempo suficiente para la oración, para la lectura y la meditación de su Palabra, a entregarnos en sus manos. Aunque fueran unos pocos minutos de oración diaria, esa práctica nos permitiría llenarnos de grandes frutos de fe. También en esta dinámica de la fe es tan importante y fundamental agradecer a nuestro Dios por cada bendición que recibimos.

Porque la fe es una condición indispensable para la salvación. Por eso debemos practicarla en la vida cotidiana, creyendo y abandonándonos en las manos de Dios. Es por eso que muchas veces, cuando faltan raíces profundas, esta fe vacila y nos desestabiliza ante los pequeños problemas y dificultades de la vida. Sin embargo, no hay nada imposible en la vida de aquel que cree en Dios, como dice el mismo Jesús: “Todo es posible para el que cree” (Mc 9, 23). Este tiempo de cuaresma es un tiempo especial para creer en un Dios que transformó el dolor y el sufrimiento en la alegría de la resurrección. Es un Dios que nos ama y nos salva por la gracia de la fe. 

Que este tiempo de cuaresma nos ayude a profundizar nuestra fe en un Dios que siempre nos ama. Que realmente asumamos y seamos bendecidos con esta actitud de abandono en nuestro Dios, renunciando toda excesiva confianza en nuestras fuerzas materiales y humanas para dar lugar a Dios en nuestra vida cotidiana, según el ejemplo de nuestra Madre María, madre de la fe.  

Que este tiempo de cuaresma sea un tiempo para modelar la conciencia desde la fe y la rectitud. Que seamos capaces de asumir plenamente el espíritu de la cuaresma con las prácticas cuaresmales de: oración, ayuno y limosna. Dejemos a Dios que actúe en nuestras realidades cotidianas. Que los momentos de silencio, oración personal y lectura de la Palabra de Dios nos ayuden a vivir una profunda fe en Cristo para que realmente en esta Pascua seamos renovados por el amor de Cristo Resucitado.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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