12 de mayo de 2011

Caminamos en la fe con María

Con mucha alegría nos preparamos para peregrinar, el domingo, al santuario de Fátima, donde vamos a honrar a María, nuestra Madre, que nos invita a creer en Cristo y confiar en su infinita misericordia. Esta caminata hacia Fátima, donde cada año se suma mayor cantidad de peregrinos, nos hace reflexionar sobre la importancia de la fe y la experiencia de Dios en la vida de los pueblos, especialmente en este año que hemos vivido la beatificación de nuestro Santo Padre Juan Pablo II, quien ha tenido una devoción muy especial a la Madre María. Es una nueva oportunidad para reconocer nuestra condición de peregrinos y la necesidad de seguir avanzando con una profunda fe en Cristo. 
María nos invita a vivir con fe y confianza en Dios. En estos momentos de crisis económica, social y familiar que estamos atravesando, ella nos propone aferrarnos a la persona de Cristo que nos llena de fortaleza y sostiene más allá de las situaciones momentáneas y pasajeras. Ella nos invita a tener más fe y un espíritu de confianza que nos anima seguir caminando. Es por eso en medio de las dificultades y tormentos de la vida nos dice: “Hagan lo que él les diga” (Jn 2,5)

María nos invita a caminar con esperanza hacia el futuro, sabiendo que Dios anima y guía nuestros pasos. En este sentido, el simple hecho de peregrinar y caminar implica discernir, preguntar al Señor qué es lo que quiere que hagamos y por qué caminos debemos peregrinar la aventura de la fe y la vida. 

María es compañera en el camino de la cruz. Así como ella estuvo junto a Jesús en su camino al calvario, también es parte de nuestra peregrinar de la vida. Ella siempre estuvo presente, conduciendo y caminando con los pueblos en: Luján, Itatí, del Valle de Catamarca, de las Nieves, del Carmen de Cuyo… Ella es parte de nuestra historia, a veces dolorosa y otras veces llena de esperanza y crecimiento. Así como estuvo al lado de Jesús, ella conducirá nuestros destinos, demostrándonos que Jesús, es el norte de nuestra fe.

La peregrinación hacia un santuario mariano nos invita a estar atentos a la escucha de la voz del espíritu, que guía nuestros destinos como persona, familia y como patria. 

Nos recuerda de la importancia de una vida centrada en Dios, con momentos de oración y silencio, para que la fuerza del espíritu pueda superar tantas fuerzas egoístas y materialistas que nos invaden en estos tiempos.


La peregrinación también nos abre a la dimensión del discipulado en la fe. En este camino de seguimiento a Cristo María es la primera en darnos el ejemplo. Es imagen de la bondad y la inmensa misericordia de Dios. Es ejemplo de una familia que está al servicio de la humanidad y no sólo en función del placer y la comodidad; una familia que se esfuerza, se sacrifica, cultiva las virtudes y descubre permanente la voluntad de Dios. 

Esta experiencia también nos invita a celebrar los acontecimientos de la vida. Así como al llegar al destino propuesto, qué bueno también celebremos los pequeños acontecimientos de la vida. Porque cada vez que alcanzamos objetivos y metas es motivo para celebrar y festejar. Es para mirar y reconocer cómo Dios ha sido glorificado en nuestras vidas. 

Que la protección e intercesión de nuestra madre nos acompañen y que ella sea el ejemplo que nos anime a seguir marchando en busca de una vida entregada a la fe en Cristo donde podamos trabajar por una sociedad más justa y solidaria para todos. 

Que la Madre nos guíe y acompañe en cada paso que demos como familia y como sociedad. Que tengamos un lindo peregrinar, lleno de fe, esperanza y amor.


P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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