27 de septiembre de 2011

La Palabra transformadora

El 30 de setiembre celebramos la fiesta de San Jerónimo, quien tradujo la Biblia al lenguaje popular, por eso es el patrono de los Biblistas y traductores. En el marco de la fiesta de este gran santo que dedicó gran parte de su vida para que la riqueza de la Palabra de Dios llegara al corazón de muchas personas, quisiera reflexionar sobre la importancia de la Palabra de Dios en nuestra vida cotidiana. 

La Palabra de Dios es la puerta que nos abre al gran misterio de Dios. Es la que nos alienta en nuestra fe como cristianos. Porque no son palabras vacías, sino que tienen la fuerza del Espíritu y es transformadora de corazones. Son palabras que expresan el actuar de Dios en la historia del pueblo. Cada vez que nos acercamos a la Palabra de Dios, Jesús nos invita a pensar, sentir y vivir como Él mismo. Y, por supuesto, eso transforma a las personas. 


La Palabra de Dios es viva y eficaz, pues responde a los acontecimientos cotidianos de nuestra vida. En los momentos claves de la vida, la Palabra de Dios siempre se presenta con una respuesta. Acercarnos a la Palabra de Dios nos invita  a una vida más cercana al Padre que nos ama y nos lleva a poner a Dios por encima de todas las cosas. En este sentido es un buen ejercicio empezar el día con la lectura de la Palabra, para que ilumine nuestra tarea de cada día. Es ahí donde podemos escuchar lo que Dios tiene para decirnos sobre los acontecimientos del día. Por eso, qué lindo sería que, en cada casa, la Biblia sea leída con regularidad como una necesidad familiar para que Dios ocupe el centro de nuestra vida en el hogar. 

Muchas veces a uno le cuesta la lectura de la Palabra de Dios porque nos falta esta relación de amistad y cercanía en la fe con el autor de la Palabra que es el mismo Jesús. Por eso, para que podamos nutrirnos de la Palabra de Dios, hemos de leerla con los ojos de la fe y poder comprender lo que Dios nos quiere revelar a través de ella.

Tal vez, cada vez que nos ponemos a leer y meditar la palabra de Dios, nos surja la duda: ¿realmente es palabra de Dios, si fue escrita por los hombres? Obviamente la Palabra de Dios fue escrita por seres humanos pero inspirados por el Espíritu Santo. Por eso, para que podamos acercarnos al verdadero espíritu de la Palabra, hemos de ponernos bajo la guía y conducción del mismo Espíritu en su lectura y meditación. 

La palabra de Dios tiene una fuerza transformadora. Es por eso que cuando leemos, meditamos y ponemos en práctica las enseñanzas de la Biblia nos vamos transformando en hombres y mujeres de Dios; capaces de amar como Jesús amó; llenos de esperanza como la madre María, fortaleciendo nuestro vínculo con Dios. María nos enseña a escuchar la Palabra en la vida del discípulo y misionero. “Ella, que conservaba todos estos recuerdos y los meditaba en su corazón” (Lc 2,19). En el Magníficat se revela que en ella la Palabra de Dios se encuentra de verdad en su casa, de donde sale y entra con naturalidad. Ella habla y piensa con la Palabra de Dios. La Palabra de Dios se hace su palabra, y su palabra nace de la Palabra de Dios. Además, así se revela que sus pensamientos están en sintonía con los pensamientos de Dios, que su querer es un querer junto con Dios. 

Que la fiesta de San Jerónimo nos ayude a profundizar la Palabra de Dios, a leer, meditar y vivir según sus enseñanzas. Que seamos la Palabra encarnada en cada gesto, actitud y palabra de amor hacia nuestros hermanos. Y que el tiempo que destinemos para la Palabra en nuestra vida, nos traiga grandes cambios y bendiciones para que seamos personas fortalecidas en el amor y la esperanza que tanto necesitamos en estos tiempos. 
 
P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario