17 de abril de 2012

Apostemos a la solidaridad


El próximo sábado 21 de abril estaremos realizando la tradicional bicicleteada solidaria que organiza la comunidad educativa del Colegio Roque González. Es nuevamente una oportunidad para reflexionar sobre la necesidad de crecer en solidaridad, amor y justicia.

La solidaridad nos invita a dar pasos hacia un mayor reconocimiento de nuestra identidad como cristianos y desde nuestro lugar  asumir ser hermanos para los demás. Es prioridad que miremos más allá de nuestras comodidades y encontremos el verdadero rostro de quienes  padecen tantas necesidades y sufren en nuestra patria: aquellos que están carentes de recursos económicos y que no pueden llegar a fin de mes, los que luchan con las obras sociales para tener una atención digna, aquellos sin trabajo, los jóvenes sin perspectiva de un futuro certero. Ojalá que en estos tiempos de crisis seamos promotores de la solidaridad y la justicia y que realmente se promuevan proyectos esperanzadores en nuestra sociedad. 

Porque ser solidarios es una gracia que Dios nos regala, que hemos de nutrirla con nuestras actitudes y respuestas concretas. Es compartir parte de nuestros bienes espirituales y materiales para estar cerca del hermano que necesita. En la misma persona de Jesús tenemos el gran ejemplo y gesto solidario de Dios. Envío a su Hijo único para que tuviéramos vida, y vida en abundancia, salvando a toda la humanidad. Y Jesucristo nos ha dado el mayor de los ejemplos: entregó su vida en la cruz, siendo solidario hasta el extremo.. Por eso, para el cristiano la experiencia de solidaridad tiene un profundo sentido de amor y entrega que se basa y parte de la experiencia de ser amado por Dios, gratuitamente. 


Es una experiencia que nos ayuda siempre a superar nuestra lógica de “equivalencia”: te doy y me das; te doy porque debo; te devuelvo lo que me diste, te doy porque sé que algún día voy a necesitar; te doy porque sé que me vas responder… Hay muchas  maneras por las cuales regimos nuestras relaciones interpersonales, pero desde una mirada egoísta y mezquina, con el único afán de manejar y controlar. Sin embargo, la verdadera solidaridad consiste en un dar generoso, sin esperar  recompensa. Es una actitud de entrega permanente y sin condicionamientos.

Solamente esta gratuidad puede llevarnos a la verdadera felicidad en la vida. Pero muchas veces ella está condicionada por nuestros intereses mezquinos y egoístas. Es una de las razones por la cual nos cuesta gozar de la entrega generosa. Es lo que empobrece nuestras relaciones interpersonales y silencia la posibilidad de gozar de la vida profundamente. Y aquí es oportuno recordar lo que nos decía la Madre Teresa de Calcuta; “Debemos dar hasta que nos duela”. Ya que por la falta de esta solidaridad, muchas veces aun en los círculos más íntimos de la propia familia: en la pareja, con los hijos, familiares cercanos, amistades, vivimos un profundo dolor ante la falta de respuesta de los demás frente a la entrega generosa. A menudo tendemos a desanimarnos, nos llenamos de enojos, hasta cambiamos nuestra forma de ser. Solamente una actitud de solidaridad y un dar sin esperar, nos puede enseñar a vivir la experiencia mística de la entrega generosa. 

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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