El próximo sábado 21 de abril estaremos realizando la
tradicional bicicleteada solidaria que organiza la comunidad educativa
del Colegio Roque González. Es nuevamente una oportunidad para
reflexionar sobre la necesidad de crecer en solidaridad, amor y
justicia.
La solidaridad nos
invita a dar pasos hacia un mayor reconocimiento de nuestra identidad
como cristianos y desde nuestro lugar asumir ser hermanos para los
demás. Es prioridad que miremos más allá de nuestras comodidades y
encontremos el verdadero rostro de quienes padecen tantas necesidades y
sufren en nuestra patria: aquellos que están carentes de recursos
económicos y que no pueden llegar a fin de mes, los que luchan con las
obras sociales para tener una atención digna, aquellos sin trabajo, los
jóvenes sin perspectiva de un futuro certero. Ojalá que en estos tiempos
de crisis seamos promotores de la solidaridad y la justicia y que
realmente se promuevan proyectos esperanzadores en nuestra sociedad.
Porque
ser solidarios es una gracia que Dios nos regala, que hemos de nutrirla
con nuestras actitudes y respuestas concretas. Es compartir parte de
nuestros bienes espirituales y materiales para estar cerca del hermano
que necesita. En la misma persona de Jesús tenemos el gran ejemplo y
gesto solidario de Dios. Envío a su Hijo único para que tuviéramos vida,
y vida en abundancia, salvando a toda la humanidad. Y Jesucristo nos ha
dado el mayor de los ejemplos: entregó su vida en la cruz, siendo
solidario hasta el extremo.. Por eso, para el cristiano la experiencia
de solidaridad tiene un profundo sentido de amor y entrega que se basa y
parte de la experiencia de ser amado por Dios, gratuitamente.
Es
una experiencia que nos ayuda siempre a superar nuestra lógica de
“equivalencia”: te doy y me das; te doy porque debo; te devuelvo lo que
me diste, te doy porque sé que algún día voy a necesitar; te doy porque
sé que me vas responder… Hay muchas maneras por las cuales regimos
nuestras relaciones interpersonales, pero desde una mirada egoísta y
mezquina, con el único afán de manejar y controlar. Sin embargo, la
verdadera solidaridad consiste en un dar generoso, sin esperar
recompensa. Es una actitud de entrega permanente y sin
condicionamientos.
Solamente
esta gratuidad puede llevarnos a la verdadera felicidad en la vida. Pero
muchas veces ella está condicionada por nuestros intereses mezquinos y
egoístas. Es una de las razones por la cual nos cuesta gozar de la
entrega generosa. Es lo que empobrece nuestras relaciones
interpersonales y silencia la posibilidad de gozar de la vida
profundamente. Y aquí es oportuno recordar lo que nos decía la Madre
Teresa de Calcuta; “Debemos dar hasta que nos duela”. Ya que por la
falta de esta solidaridad, muchas veces aun en los círculos más íntimos
de la propia familia: en la pareja, con los hijos, familiares cercanos,
amistades, vivimos un profundo dolor ante la falta de respuesta de los
demás frente a la entrega generosa. A menudo tendemos a desanimarnos,
nos llenamos de enojos, hasta cambiamos nuestra forma de ser. Solamente
una actitud de solidaridad y un dar sin esperar, nos puede enseñar a
vivir la experiencia mística de la entrega generosa.
P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino
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