La fiesta de
Corpus Christi nos invita a asumir una actitud de comunión frente a
tantas propuestas que nos dividen como sociedad. Por eso es necesario
que tengamos la prioridad de buscar puntos de encuentro y descubrir
motivos que nos unan como hermanos. Para poder construir un solo cuerpo
debemos tener todos una actitud de comunión y una disposición para
convivir, a pesar de las diferencias. Esta comunión nos invita a la
tolerancia y aceptación de las diferencias sin perder la particularidad e
identidad de ninguna persona o institución, que es lo que nos ayuda a
compartir.
La familia es la
iglesia doméstica que hemos de sostener en estos tiempos en los cuales
existen tantas fuerzas que pretenden eliminarla como base de la
humanización de las personas y ciudadanos íntegros. Es tarea y misión de
todos defender la familia, aquella creada por Dios, como institución
básica de la sociedad y no solamente como una simple estructura que
cumple la función de legitimar las distintas formas de expresiones de
afectos y que traerá consecuencias graves para el futuro de nuestra
propia sociedad, si no se la respeta como tal. Creo que es el momento de
defender lo esencial, ser un cuerpo ordenado e íntegro. Ser formadora
de personas en fe y valores.
Como
persona, familia y comunidad una vez más estamos invitados a mirar la
vida con los ojos de la fe. Aceptar y sostener a Cristo como cabeza de
nuestra vida personal, familiar y social aceptando las diferencias y
asumiendo nuestras cruces de cada día. Que la fe en Cristo nos una como
cristianos, ayudándonos a superar todas las diferencias y ser una
sociedad conducida por los valores de la fe, dispuesta a hacer
sacrificios.
Celebrar la fiesta
de Corpus Christi también nos invita a un verdadero sentido de hermandad
y solidaridad, especialmente nos compromete a pensar más allá de los
intereses personales y proponer una comunidad que nos haga pensar en
“nosotros”.
Es descubrir al
hermano que necesita de mi generosidad para poder sostenerse. Estamos
ante la necesidad y la oportunidad de diseñar y realizar, en el marco
del diálogo y la participación, una sociedad más justa e inclusiva para
todos. Es esto lo que nos pide Jesús, y con su entrega en la cruz nos
demostró que es posible.
Que
esta celebración nos mueva a una mayor sensibilidad hacia nuestros
hermanos más carenciados y necesitados. Ojalá que podamos imitar en
nuestra vida cotidiana a Cristo que se entrega generosamente por cada
uno de nosotros.
Que seamos multiplicadores de este acto de amor y servicio, por encima de todos los intereses egoístas.
Que
Cristo que vive y se hace presente en nuestros corazones, nos ayude a
lograr una comunidad cada vez más fraterna y solidaria. Que siendo Él,
cabeza de nuestra cuerpo nos bendiga y una como sociedad.
¡Que Su entrega fortalezca nuestra esperanza en todo momento!
El domingo próximo vamos a recordar el Corpus Christi,
una de las celebraciones centrales de nuestra fe cristiana. Nos invita a
profundizar nuestra devoción en la presencia Eucarística de Jesús, que
nos une como iglesia. Esta conmemoración nos invita a reflexionar sobre
la necesidad de ser un solo cuerpo como iglesia y como sociedad,
teniendo presente los valores que nos transmiten desde la fe: el amor,
la opción por la vida, la solidaridad, el respeto por las personas y las
instituciones…
P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino
No hay comentarios.:
Publicar un comentario