Octubre tiene una serie de recordaciones desde la mirada cristiana y una de ellas es el “Mes del Rosario”.
La
palabra Rosario significa “Corona de Rosas”. Nuestra Señora ha revelado
a varias personas que cada vez que dicen el Ave María le están dando a
Ella una hermosa rosa y que cada Rosario completo es una corona de
rosas.
Todos sabemos que la oración es la
fuerza del hombre y la debilidad de Dios. Por eso el mundo, la patria,
necesitan de mujeres, hombres y niños que recen para que todos tengamos
fe y recibamos la bendición y protección de Dios.
Y existe un misterioso instrumento, que está al alcance de todos, que posee una fuerza y un poder extraordinario: el Rosario.
El
Santo Rosario es considerado como la oración perfecta porque junto con
él está aunada la majestuosa historia de nuestra salvación. Con su rezo,
meditamos los misterios de gozo, de dolor y de gloria de Jesús y María.
Es una oración simple, humilde como María. Es una oración que podemos
hacer con ella, la Madre de Dios. Con el Ave María la invitamos a que
rece por nosotros. Nuestra Señora siempre nos otorga lo que pedimos.
Ella une su oración a la nuestra. Por lo tanto, ésta es más poderosa,
porque María recibe lo que ella pide, ya que Jesús nunca dice no a lo
que su madre le pide. En cada una de sus apariciones, la bendita Madre
nos ha invitado a rezar el Rosario como un arma poderosa en contra del
maligno, para traernos la verdadera paz. Con tu oración en unión con la
de la Virgen María, puedes obtener el regalo de la conversión y cambio
de corazones.
El papa Juan Pablo II firmó el
16 de octubre 2002 la Carta Apostólica “Rosarium Virginis Mariae”, sobre
el Rosario de la Virgen María, en la que introduce cinco nuevos
misterios de Luz. Con esta oración se invocará especialmente la paz
amenazada en el mundo y en la familia.
San Pio X pudo decir: “Dadme un ejército que rece el Rosario y vencerá el mundo”.
La Santísima Virgen en sus apariciones ha pedido y pide: penitencia y oración y su oración favorita es el Santo Rosario.
Ella
misma se lo reveló a Santo Domingo Guzmán, cuando le entregó un Rosario
y le dijo: “Domingo, ve a predicar a todas partes mi Rosario, te lo
encomiendo a Ti y a todos tus seguidores. El Rosario será remedio pronto
y eficaz contra los males de la humanidad”.
La
Santa Iglesia recibió el Rosario en su forma actual en 1214 de una
forma milagrosa: cuando Nuestra Señora se apareciera a Santo Domingo
Guzmán y se lo entregara como un arma poderosa para la conversión de los
herejes y otros pecadores de esos tiempos. Desde entonces su devoción
se propagó rápidamente alrededor del mundo con increíbles y milagrosos
resultados.
Pero no obstante esta entrega, la
Virgen en sus distintas advocaciones y especialmente como nuestra Señora
de Fátima, en su aparición a los tres pastorcitos en Cova de Iría,
Portugal dijo: “Recen el Rosario todos los días... Recen, recen mucho y
ofrezcan sacrificios por los pecadores. Yo soy Nuestra Señora del
Rosario. Solo yo seré capaz de ayudarlos. Finalmente mi Inmaculado
Corazón triunfará”.
El paso del tiempo, las
costumbres modernas y la innovación de formas de oración, no pueden
dejar de lado el rezo del Santo Rosario. De hecho, los Santos Padres y
los Santos han tenido una profunda devoción a este sacramental,
nosotros, como católicos y como amantes de la Reina del Cielo, hemos de
ser fervientes devotos del Rosario. Que la recitación piadosa y
consciente del Santo Rosario, nos traiga la paz al alma y nos una más
estrechamente a María para vivir auténticamente nuestro cristianismo.
En
la actualidad, después de la Santa Misa, el Rosario es, quizás, la
devoción más practicada por los fieles y los católicos han
experimentado y siguen experimentando día a día los extraordinarios
favores divinos que otorga esta santa devoción. Vale además recordar las
palabras de Juan Pablo II: “La familia que reza unida, permanece
unida”. Que estas reflexiones nos ayuden a ser fervientes devotos de
esta práctica religiosa.
P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino
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