4 de diciembre de 2012

Adviento, tiempo de gracia

Estamos iniciando el tiempo de Adviento, que marca el inicio de la preparación que debemos hacer para poder vivir plenamente la Fiesta de Navidad. Es un tiempo especial en cual queremos encontrarnos con Jesucristo y como sabemos todo encuentro para que sea fecundo necesita de una buena preparación. Hoy quisiera que reflexionemos juntos la necesidad de una buena preparación en este tiempo de Adviento para que realmente esta Navidad sea una verdadera experiencia de encuentro con Cristo. 
 
Todo encuentro para que produzca frutos abundantes requiere apertura, espera y comunión. El encuentro con Jesucristo en esta Navidad también necesita que estemos abiertos a la novedad de Dios en la vida, que sepamos esperar con un corazón abierto y que realmente vivamos una profunda comunión con Dios en la oración personal y meditación en estos días. 
 
El encuentro con Jesucristo en esta Navidad es un llamado a la conversión y un profundo amor hacia la persona de Cristo. Uno de los caminos esenciales para el encuentro con Cristo es a través de la oración. La oración es signo de la presencia del Espíritu Santo que nos mueve hacia ese encuentro con Jesucristo. Solamente un corazón orante puede estar atento a los signos de la presencia de Dios en la vida. 
 
El tiempo de adviento como pasos hacia la conversión nos invita hacia los gestos de ayuno y la caridad. El ayuno es una expresión de penitencia, dominio personal y el deseo de compartir con los que más necesitan. La finalidad del ayuno es la caridad. El compartir en este tiempo para ayudar a los demás es una invitación frente a tanta necesidad de solidaridad con los que menos tienen. Solamente desde estas actitudes de amor, servicio y solidaridad podemos vivir y compartir la alegría navideña.
 
Por encima de todo es un tiempo para profundizar nuestra fe en la persona de Cristo. El mejor ejemplo de fe tenemos en la Madre María, que fue el orgullo y la alegría de Israel por su entrega y generosidad. Por eso la Palabra de Dios la considera como la mujer feliz como dice su prima Isabel: “Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor” (Lc. 1, 45). 
 
Nuestra Madre nos enseña a que realmente seamos instrumentos de Dios para la misión que el Señor nos ha dado -como padres de familia, profesionales o en el servicio que prestamos en  la comunidad-. Que seamos instrumentos de Dios y cumplamos nuestra misión con una entrega generosa para la mayor alegría de la humanidad. 
 
La preparación para la venida del Señor no ha de ser solamente personal, sino también a nivel familiar y de comunidad como Iglesia. Es un tiempo para que Jesús sea el centro de cada hogar, siendo personas generosas en el amor y en la entrega. Creo que también cuando nos vamos preparando para compartir con los familiares en las fiestas navideñas, ojalá que sea un momento de encuentro donde reine el amor, la paz y la esperanza en nuestras familias. Que dispongamos de un espacio privilegiado para que Jesús pueda nacer en cada hogar. 
 
Que tratemos de vivir este tiempo como una gracia especial en nuestra vida de familia y comunidad y que vayamos preparando un pequeño Belén lleno de amor en nuestros corazones.



P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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