Estamos iniciando un nuevo
ciclo lectivo en un año de crisis con bastante incertidumbres: la
inflación, los cortes de calles, las discusiones salariales, el problema
de la repitencia, los nuevos métodos de enseñanza en un mundo
tecnificado y globalizado. Todo esto hace que nuestro escenario
educativo de 2013 sea un verdadero desafío que involucra no solo al
ámbito educativo sino a toda la sociedad. Y sin duda es el momento
oportuno para que tomemos conciencia de la importancia de la educación
como base de toda sociedad.
En
primer lugar, más allá de las cuestiones particulares, creo que al
iniciar un ciclo lectivo, hemos de reconocer el valor de la educación
como esencial para la formación personal, profesional y cultural de
nuestra sociedad. César Gaviria, ex presidente colombiano y ex
secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) decía:
“El problema de la desigualdad en América Latina no es un problema de
crecimiento económico, sino de la educación”. La pobreza y la
desigualdad se resuelven con la educación. Creo que es un desafío para
la educación actual.
La
educación no debe considerarse como un gasto, sino como una inversión.
Las largas colas a las que deben someterse los padres en las librerías
para la compra de los útiles y los esfuerzos que hacen los organismos
públicos para que todo esté listo para empezar un ciclo de aprendizaje
es una inversión a la vida y a la cultura que no tiene precio. Creo que
esta concepción cambiaría muchas de nuestras inquietudes.
La
educación no sólo se trata de aprender las distintas materias que se
enseñan, sino que los niños y jóvenes más aprenden de nosotros los
adultos en cuanto a su formación de la personalidad. Ojalá junto a todos
los esfuerzos que hacemos podamos dar un verdadero testimonio de vida;
siendo personas respetuosas con los derechos de los demás, sosteniendo
una coherencia de vida, asumiendo actitudes pacíficas para resolver
nuestros conflictos interpersonales, aprendiendo a dialogar más para que
podamos crecer como una sociedad madura y adulta.
La
educación no se trata simplemente de aprobar o desaprobar, sino que ha
de ser considerada como una tarea creadora, en la que se construye y
reconstruye conocimientos, pero, principalmente, en la que nos hacemos y
nos rehacemos como personas, como sujetos capaces de pensar, de sentir,
de hacer, de transformar. Es ahí donde la educación es un verdadero
desafío que nos lleva a pensar más allá del aprendizaje de un bagaje de
contenidos curriculares.
Lo que
nos toca a la escuela y a las familias es generar condiciones para el
aprendizaje crítico desde un profundo compromiso por parte de toda la
sociedad, para que nuestros niños y jóvenes crezcan con un sentido
crítico y que sean capaces de superar el conformismo y pasar hacia una
verdadera búsqueda del saber. De ahí que el rol de un educador de
nuestro tiempo es de ser facilitador de los conocimientos, presentando
constantes desafíos para que el alumno llegue a adquirir los
conocimientos científicos y una verdadera formación integral para la
vida.
Ojalá que quienes hemos
elegido la hermosa vocación de ser docente, asumamos con seriedad la
función de enseñar y educar, logrando así que cada conocimiento
impartido sea un encanto para los niños y jóvenes desde la creatividad y
la pasión por la tarea de sembrar en la mente de quienes nos confían.
Que
el inicio de un nuevo ciclo lectivo sea otra oportunidad para generar
las mejores experiencias de enseñar y aprender… Además que quienes
tienen la responsabilidad de bregar por una educación integral accionen
los mecanismos necesarios para que los ámbitos educativos sean óptimos y
alcancen las condiciones necesarias para que los niños y jóvenes se
sientan atraídos por las propuestas que las escuelas les ofrecen.
Padre Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino
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