30 de abril de 2013

Quien trabaja, se dignifica

El 1 de mayo celebramos el Día del Trabajador. Es una oportunidad que nos invita a reflexionar sobre la importancia del trabajo que dignifica a los seres humanos.  El trabajo es, ante todo, un medio apropiado de perfeccionamiento personal. A través de él, además de sostener a la familia, el hombre se perfecciona a sí mismo y a la humanidad con su creatividad. Nuestra condición de trabajadores nos hace partícipes de la obra de creación de Dios, siendo colaboradores directos de ese perfeccionamiento de nuestro mundo.
 
Creo que la celebración del Día del Trabajador nos recuerda la importancia de valorar y reconocer la dignidad de todo trabajador, ya que  nos ayuda a vivir con dignidad porque lo que se come no es fruto del trabajo ajeno ni del robo, sino de un esfuerzo noble y generoso. En este sentido a pesar de tantas desigualdades e injusticias que podemos encontrar en nuestro mundo laboral, creo que todo trabajo honra a los seres humanos.
 
En la actualidad, al mirar nuestro entorno, debemos reconocer que si contamos con un trabajo digno que nos permite una vida medianamente llevadera esto es un regalo del cielo. Sin embargo, no todos podemos dignificarnos a través del trabajo, ya que muchos viven situaciones de indignidad al tener que sostenerse por medio de los planes sociales, pensiones, etc., lo que no permite desarrollarnos como personas capaces de seguir aportando a la sociedad con nuestro trabajo. Y es una realidad cada vez más creciente en nuestra sociedad.
 
No hay cosa que se mire con más desdén en la sociedad que la pereza, la apatía, la holgazanería, el aprovecharse de los demás y liberarse de una obligación como la del trabajo. Creo que otro de los grandes desafíos del mundo laboral en que vivimos, es la despersonalización. Si no tomamos conciencia del aporte que podemos realizar, no podremos dimensionar lo que somos capaces de dar y compartir. No en vano en la actualidad necesitamos tantos estudios previos para conseguir un buen trabajo, porque no siempre va acompañado por la buena voluntad y una sana motivación, por encima del simple deseo de ganar el dinero para el sostenimiento de su familia. 
 
El trabajo es un medio otorgado por Dios al hombre, no tiene un fin en sí mismo, aunque muchos viven para trabajar y hay quienes deben trabajar muchas horas para poder sobrevivir, especialmente en estos tiempos de crisis donde las horas trabajadas no alcanzan para cumplir con los compromisos que nos aseguran una vida digna. Son muchos los hermanos que trabajan tanto por lo que les  cuesta conseguir unas pocas horas de descanso, que es un mandamiento divino. 
 
El trabajo nos da el verdadero sentido de nuestra existencia y cuando uno vive su condición de trabajador con una verdadera vocación, nos sentimos plenamente realizados y  es realmente  una gran ayuda para nuestra felicidad.  Creo que el mejor ejemplo para vivir la vocación de trabajador es el mismo San José que fue apasionado en su tarea y buscó la santificación en ella, en la fidelidad, en la entrega, en el amor y la búsqueda de la voluntad de Dios en todo momento. 
 
Que la celebración de este Día del Trabajador nos ayude a testimoniar el inmenso amor de Cristo fuente de inspiración para todo trabajo, que es un acto de entrega generosa del propio tiempo y la propia vida. A todos los trabajadores les deseo ¡felicidades y bendiciones!

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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