El 1 de mayo celebramos el Día
del Trabajador. Es una oportunidad que nos invita a reflexionar sobre la
importancia del trabajo que dignifica a los seres humanos. El trabajo
es, ante todo, un medio apropiado de perfeccionamiento personal. A
través de él, además de sostener a la familia, el hombre se perfecciona a
sí mismo y a la humanidad con su creatividad. Nuestra condición de
trabajadores nos hace partícipes de la obra de creación de Dios, siendo
colaboradores directos de ese perfeccionamiento de nuestro mundo.
Creo
que la celebración del Día del Trabajador nos recuerda la importancia
de valorar y reconocer la dignidad de todo trabajador, ya que nos ayuda
a vivir con dignidad porque lo que se come no es fruto del trabajo
ajeno ni del robo, sino de un esfuerzo noble y generoso. En este sentido
a pesar de tantas desigualdades e injusticias que podemos encontrar en
nuestro mundo laboral, creo que todo trabajo honra a los seres humanos.
En
la actualidad, al mirar nuestro entorno, debemos reconocer que si
contamos con un trabajo digno que nos permite una vida medianamente
llevadera esto es un regalo del cielo. Sin embargo, no todos podemos
dignificarnos a través del trabajo, ya que muchos viven situaciones de
indignidad al tener que sostenerse por medio de los planes sociales,
pensiones, etc., lo que no permite desarrollarnos como personas capaces
de seguir aportando a la sociedad con nuestro trabajo. Y es una realidad
cada vez más creciente en nuestra sociedad.
No
hay cosa que se mire con más desdén en la sociedad que la pereza, la
apatía, la holgazanería, el aprovecharse de los demás y liberarse de una
obligación como la del trabajo. Creo que otro de los grandes desafíos
del mundo laboral en que vivimos, es la despersonalización. Si no
tomamos conciencia del aporte que podemos realizar, no podremos
dimensionar lo que somos capaces de dar y compartir. No en vano en la
actualidad necesitamos tantos estudios previos para conseguir un buen
trabajo, porque no siempre va acompañado por la buena voluntad y una
sana motivación, por encima del simple deseo de ganar el dinero para el
sostenimiento de su familia.
El
trabajo es un medio otorgado por Dios al hombre, no tiene un fin en sí
mismo, aunque muchos viven para trabajar y hay quienes deben trabajar
muchas horas para poder sobrevivir, especialmente en estos tiempos de
crisis donde las horas trabajadas no alcanzan para cumplir con los
compromisos que nos aseguran una vida digna. Son muchos los hermanos que
trabajan tanto por lo que les cuesta conseguir unas pocas horas de
descanso, que es un mandamiento divino.
El
trabajo nos da el verdadero sentido de nuestra existencia y cuando uno
vive su condición de trabajador con una verdadera vocación, nos sentimos
plenamente realizados y es realmente una gran ayuda para nuestra
felicidad. Creo que el mejor ejemplo para vivir la vocación de
trabajador es el mismo San José que fue apasionado en su tarea y buscó
la santificación en ella, en la fidelidad, en la entrega, en el amor y
la búsqueda de la voluntad de Dios en todo momento.
Que
la celebración de este Día del Trabajador nos ayude a testimoniar el
inmenso amor de Cristo fuente de inspiración para todo trabajo, que es
un acto de entrega generosa del propio tiempo y la propia vida. A todos
los trabajadores les deseo ¡felicidades y bendiciones!
P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino
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