9 de julio de 2013

Independencia, valor que nos impulsa a la unidad

 
Estamos prontos a celebrar un nuevo aniversario de nuestra independencia, conmemorando aquel 9 de Julio de 1816 en que nuestra Nación se declaró independiente. Pero este logro alcanzado implicó años de lucha y trabajo que permitieron asumir la responsabilidad de conducir los destinos de la nación, encontrándose con los representantes de las distintas provincias y acordar así los lineamientos para el nuevo gobierno, aunar esfuerzos para apostar hacia el verdadero crecimiento de la nación. 
 
A la luz de esta gran conmemoración, quisiera reflexionar sobre el valor que tiene ser un país independiente y el compromiso que implica para todos los ciudadanos gozar de una nación libre. Rememorar la independencia nos invita a asumir la responsabilidad del crecimiento de nuestra Nación con el esfuerzo, trabajo sincero y compromiso de todos. Creo que es el mejor aporte que podemos regalar a la nación en esta recordación de la independencia, frente a la creciente cultura del menor esfuerzo y falta de dedicación y profesionalidad en muchos ámbitos de nuestra sociedad.

Ante esta realidad que hoy vive nuestra Nación, el festejo de la independencia nos debe comprometer a una cultura de trabajo y esfuerzo sincero. Creo que lo que prevaleció en el deseo de declarar la independencia fue el respeto por el otro fundado en el federalismo y la aceptación por la diversidad, que se  han marcado desde los principios de nuestra independencia. Por eso en este 2013, aun después de dos siglos de independencia tenemos todavía mucho por mejorar para lograr que se valores y respete la diferencia de opiniones y diversidad en la forma de ser. Debemos apostar por un federalismo que supere todo clientelismo y un sostenimiento verdadero de la riqueza de las diferencias de nuestra Nación desde el respeto y apoyo mutuo. 
 
 
La celebración de la independencia tiene que ver con la comunión, el sentirnos hermanos en la misma causa de la libertad. Porque ella va siempre de la mano con la responsabilidad, ya que desde nuestra libertad incondicional somos responsables de nuestros propios hermanos y de nuestra valiosa naturaleza que Dios nos ha regalado. 
 
A partir de estos sentimientos esta evocación patria nos invita a gozar juntos una libertad que significa el respeto mutuo entre personas logrando así que nuestra convivencia sea armoniosa y alegre en nuestra Nación para desterrar tantas tendencias que dividen y atentan contra la integridad de nuestros propios hermanos. Estamos invitados a ser libres para actuar con responsabilidad, respeto y siempre optando por  el bien común. 
 
La verdadera libertad debe ser una exigencia interior para cada uno de nosotros. Nos debe movilizar hacia el servicio y el amor. Es una condición espiritual que nos orienta hacia el bien. Una libertad que esté por encima del mero cumplimiento de la ley. Es vivir según el espíritu que es la consciencia que nos mueve hacia la verdad y el bien. Como nos dice San Pablo: “Donde hay Espíritu del Señor hay libertad” (2Cor 3,18). 
 
También nuestro festejo de independencia va unido a la veneración de nuestra Madre celestial bajo la advocación de Nuestra Señora de Itatí, que nos invita a tener una mirada de fe hacia la vida para que nuestra búsqueda de la libertad y la independencia sea un permanente cumplimiento de la voluntad de Dios. Y así como la Madre María, podamos ser testimonios vivos de fe, silencio interior, servicio y entrega generosa. Que desde una nación libre e independiente logremos que cada persona alcance la plenitud de la vida y que juntos caminemos hacia la verdadera libertad: que se basa en el respeto, el amor y la búsqueda permanente de la verdad y del bien.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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