30 de julio de 2013

Papa Francisco: una nueva esperanza para la Iglesia

Con gran alegría y esperanzas renovadas, concluyó la visita del papa Francisco a Brasil, donde compartió y movilizó a miles de jóvenes de todo el mundo, dando un nuevo impulso a la Iglesia y a todos los bautizados. 
 
Sin duda esta visita, en primer lugar, nos invita a una fidelidad al Evangelio y a la consagración. El papa Francisco con sus profundas raíces de la espiritualidad ignaciana nos llama al anuncio de Cristo, desde la humildad y la sencillez, demostrando en sus propias actitudes y estilo de vida, alejándose de los protocolos que nos distancian de las personas y del mundo real. Opta por hacer una verdadera visita pastoral estando cerca del que necesita, de los marginados y de los que sufren. El anuncio de la buena nueva es para todos y no para unos pocos. 
 
Desde esta profunda espiritualidad, ha convocado a los jóvenes y a todos los cristianos a salir de nuestras comodidades y seguir a Cristo, comprometiéndonos con un mundo nuevo, que contagie a todos con su alegría y siendo protagonistas de la nueva sociedad. Simplemente nos invita a “construir, en vez de muros”. 
 
Como Iglesia “somos llamados a vivir profundamente la fe en este tiempo plural y de tantos cuestionamientos, en este cambio de época, pero con el entusiasmo y la coherencia de aquellos que son guiados por el Espíritu Santo”. En otras palabras, para “mostrar el rostro del joven cristiano que trata de unir el testimonio de una vida auténticamente cristiana con las consecuencias sociales del Evangelio” y, principalmente, para promover la “revolución del amor”. Los jóvenes son llamados a vivir la construcción de un mundo de hermanos. 
 
La Buena Nueva, además del anuncio de la Palabra de Dios, es un llamado a comprometernos con el Evangelio en nuestra vida personal y comunitaria. 
 
Y qué linda oportunidad para nuestra patria, ya que estamos en una época muy especial, donde se presentan muchos candidatos para las elecciones y que ellos puedan asumir el compromiso de ser buena nueva para los pueblos en los próximos años. 
 
Ojalá que en nuestros candidatos haya gestos y actitudes concretas de ser personas generadoras de buenas nuevas, y que no quede solamente en falsas promesas pre-electorales. Que sean capaces de estar cerca de aquellos que sufren, y de quienes tienen menos oportunidades en la sociedad moderna que avasalla y excluye. 
 
Creo que es posible un mundo nuevo. Y los jóvenes son “el presente lleno de esperanza de una sociedad que espera que su crisis de valores tenga una solución”. Ellos son la nueva generación que vive la fe y son llamados para transmitirla a las siguientes generaciones. También son los protagonistas del cambio que necesitamos. 
 
Desde esta invitación de nuestro Santo Padre, ojalá que nos comprometamos “todos” a ser Buena Nueva para los demás: desde la Iglesia, animando la fe y la caridad; desde los gobiernos, pensando seriamente en una sociedad más próspera con trabajo digno e igualdad de oportunidades para todos; desde la comunidad parroquial, con un compromiso de solidaridad para con los que más sufren; desde los jóvenes, con el anuncio de la Buena Nueva a los demás jóvenes, recordando lo que nos dijo el Papa: “… la fe es una llama que se hace más viva, cuando más se comparte”.
 
Sólo así, entre todos, podremos construir una Iglesia cercana al ser humano, sobre todo del afligido, del sometido a la pobreza, del excluido, del marginado. Seamos la Buena Nueva para tantos hermanos que nos esperan y necesitan de nuestro corazón generoso.


P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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