17 de diciembre de 2013

A la espera de una Navidad, colmada de Paz

Estamos próximos a las fiestas navideñas y este tiempo de Adviento nos prepara para el gozo de la esperanza el encuentro con Cristo, que nos llena con su alegre presencia. Sin embargo, toda esta esperanza la vivimos en medio de una sociedad muy conmocionada por la inseguridad y los golpes de violencia que provocan los saqueos y destrozos en todo el país. Por ello considero oportuno que reflexionemos sobre la importancia de la justicia y la paz social; valores supremos de toda democracia, religiosidad y sana convivencia.
 
Creo que a pesar de tantos avances tecnológicos, la paz y la justicia social tienen un largo camino por recorrer. En primer lugar la justicia no es solo un derecho sino también un deber de todo ciudadano y ella se construye con el aporte de todos. Por eso en necesario que tengamos leyes justas, un orden social claro, donde la persona humana esté por encima de los intereses económicos. 
 
La ambición y el deseo de quedarse con lo ajeno -lo que no me corresponden o más de aquello que no me pertenece- es sin duda un gran problema que nos lleva a tantas injusticias y fruto de ello son los saqueos sistemáticos que se producen a través de los años en nuestra sociedad. Este tiempo de adviento nos debe ayudar a volver a la sinceridad para no quedarnos con lo ajeno, no apropiarnos de las cosas comunes que corresponden a toda la sociedad. Ello implica un gran respeto por el hermano.
Como sociedad este tiempo de adviento nos invita a superar el individualismo, de pensar en nosotros por encima de “mí”. Por eso en la Jornada Mundial de la Paz, el papa Francisco nos propuso “la fraternidad” como arma para combatir las crisis económicas y las guerras. La crisis económica y la violencia nos invitan a revisar nuestro orden social de fraternidad, que va más allá del asistencialismo. Una fraternidad que respete la dignidad del ser humano y su integridad. Todo hecho de corrupción, sistemas económicos y emprendimientos que oprimen nos alejan del anhelo del verdadero amor y fraternidad. 
 
Frente a tantas desilusiones, recobremos fuerzas de las palabras de nuestro Papa Juan Pablo II que nos dijo: “que el hombre no puede vivir sin esperanza. Todos los hombres esperan en alguien y en algo.” Que en este tiempo de adviento, nuestra espera no se reduzca solamente en personas humanas y recompensas materiales, sino en la confianza de que el Niño de Belén viene a instaurar un reino de justicia y de paz. Sin embargo no debemos olvidar que necesita de nuestra colaboración, como necesitó de nuestra Madre María, para que se lleve a cabo el plan salvífico de nuestro Dios. 
 
Que esta navidad, nos anime a construir un nuevo orden social, con los valores fundamentales de la fe, la amistad, el amor por la vida, la búsqueda del respeto a la dignidad del ser humano, el espíritu de libertad, la solidaridad, el interés por una justicia accesible para todos, una educación seria, el aprecio por la familia… Que Dios amor, sea el centro de nuestros proyectos personales y comunitarios y que caminemos hacia una sociedad donde reine la justicia y la paz que nos trae el Niño de Belén. 
 
Que nuestra esperanza nos anime a dar pasos concretos en la realidad que nos toca vivir. Que la incertidumbre o la indiferencia no nos gane y aplaste. No podemos esperar a Jesús con los brazos cruzados, sino que debemos extenderlos hacia delante, para llenar nuestro Adviento con amor, fraternidad y entrega generosa y recibir al Niño Jesús en esta Navidad!

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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