25 de febrero de 2014

Educar para la paz

Muy pronto iniciaremos un nuevo ciclo lectivo con tantas noticias que hablan de violencias y ausencia de paz, tanto a nivel nacional como internacional. Hemos visto en los últimos tiempos, en los medios televisivos escenas de violencia y falta de justicia social en Venezuela, Ucrania y en muchos otros lugares, donde la vida humana vale poco y la violencia es el modo generalizado de actuar y, lo que es peor aún, todo esto se genera en nombre de la paz y el orden.  
 
Nosotros también vivimos inmersos entre tantas situaciones de inseguridad que nos preocupan y cuando estamos empezando un ciclo lectivo, donde miles de niños y jóvenes se disponen a iniciar sus estudios, en medio de una marcada crisis económica, es importante que, como educadores, tengamos una clara propuesta de una educación para la paz y la sana convivencia social. 
 
Ante tanta violencia la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) exhortó a construir la paz y evitar la violencia. “El derecho a la protesta pacífica, así como el derecho a la libertad de expresión e información, son valores sociales imprescindibles para el ejercicio de una auténtica democracia”. 
 
Ojalá que sea parte de nuestra propuesta educativa la formación para un ejercicio de la democracia que implique el respeto por el ser humano por encima de los intereses particulares, buscando caminos de paz que permitan resolver aquellos conflictos que son parte de la vida. 
 
Optar por caminos de paz implica una decisión personal y comunitaria, como el mismo papa Francisco nos exhortó en uno de sus discursos donde decía: “La paz es un compromiso cotidiano que hemos de construir conscientemente entre todos los actores de la sociedad. Ha de nacer en cada corazón el deseo de la paz, en nuestra forma de pensar y actuar como actitud cotidiana de la vida”. 
 
Tenemos la responsabilidad de formar  una sociedad para la paz cuidando, preservando y educando a nuestros niños para que sean agentes de paz en su entorno. Para cuidar y construir la paz, todos debemos ser educados en la paz. 
 
La mejor educación en este campo es la vivencia, es el testimonio que damos como adultos en la resolución de nuestras diferencias en la familia, en la sociedad, en las discusiones que surgen a diario. 
 
La paz implica un profundo sentido de solidaridad y amor. Creo que debemos  acostumbrarnos a que no son necesarias las protestas y cortes de rutas para ver las necesidades de los trabajadores, y encontrar un camino de equilibrio social. 
 
Ojalá que prime el diálogo y el respeto mutuo como camino de comunión en  nuestras vidas. Que la paz y la justicia social sean un bien, siempre promovido y defendido entre todos. 
 
Ante la actual cultura de la violencia, estamos llamados a algo más que poner paños fríos; somos invitados a imitar al Príncipe de la Paz, Jesucristo, como modelo de Maestro que, sin renunciar a elevar la voz contra las injusticias e inclusive a expulsar los vendedores del Templo, nunca suscitó violencia, sino que, todo lo contrario, siempre sembró y promovió la paz. 
 
Estamos llamados a ser constructores de paz donde nos encontremos, en el trabajo, en las actividades de ocio, en el deporte, en las instituciones en las que participemos, en la política, en el arte o en la investigación científica… y, por encima de todo, a formar a nuestros niños y jóvenes para una convivencia pacífica. 
 
Que María, la Madre de Jesús, nos ayude a comprender y a vivir cada día esa paz que brota del corazón de su Hijo, para llevar paz a todos los lugares donde compartimos a diario y, por sobre todo, ser verdaderos educadores y promotores de paz.

P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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