Estamos iniciando un nuevo
ciclo lectivo en un año de crisis con bastante incertidumbres: la
inflación, los cortes de calles, las discusiones salariales, el problema
de la repitencia, los nuevos métodos de enseñanza en un mundo
tecnificado y globalizado. Todo esto hace que nuestro escenario
educativo de 2013 sea un verdadero desafío que involucra no solo al
ámbito educativo sino a toda la sociedad. Y sin duda es el momento
oportuno para que tomemos conciencia de la importancia de la educación
como base de toda sociedad.
En
primer lugar, más allá de las cuestiones particulares, creo que al
iniciar un ciclo lectivo, hemos de reconocer el valor de la educación
como esencial para la formación personal, profesional y cultural de
nuestra sociedad. César Gaviria, ex presidente colombiano y ex
secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) decía:
“El problema de la desigualdad en América Latina no es un problema de
crecimiento económico, sino de la educación”. La pobreza y la
desigualdad se resuelven con la educación. Creo que es un desafío para
la educación actual.
La
educación no debe considerarse como un gasto, sino como una inversión.
Las largas colas a las que deben someterse los padres en las librerías
para la compra de los útiles y los esfuerzos que hacen los organismos
públicos para que todo esté listo para empezar un ciclo de aprendizaje
es una inversión a la vida y a la cultura que no tiene precio. Creo que
esta concepción cambiaría muchas de nuestras inquietudes.