6 de mayo de 2014

Caminando con María, evangelizamos con alegría

Con mucha expectativa y entusiasmo nos estamos preparando para la peregrinación al Centro de Espiritualidad  de Fátima, una de las tradicionales y tan esperada experiencia de fe que vivimos como Iglesia en la provincia de Misiones. En estas líneas, quiero invitarlos a reflexionar juntos acerca de nuestra fe y el sentido que adquiere en nuestra vida, el ser peregrinos de esta tierra.
Como hombres y mujeres de fe, nuestra meta es el encuentro final, llegar a la “Tierra prometida”, la vida plena y eterna. En este sentido cada peregrinación es una profunda vivencia espiritual a través de la cual salimos al encuentro con Cristo, ese mismo Cristo que nos convoca en comunidad para vivir un camino de conversión. 
El deseo de iniciar este caminar, implica nuestra sed de búsqueda, nuestra convicción de que lo que tenemos no es lo esencial y partimos convencidos de encontrar lo único que necesitamos.
Como país, estamos nuevamente  en un estancamiento tanto a nivel económico como social y, sin ninguna duda, es necesario este dinamismo de la fe y la esperanza para poder ponernos en marcha con la confianza puesta en la Divina Providencia.


Que esta 62ª peregrinación al Santuario de Fátima sea una oportunidad que nos haga partir como verdadera comunidad que tiene como modelo a la Sagrada Familia, sorteando todas las adversidades y unidos en el amor y la esperanza.
Que en ese camino compartido, como peregrinos, recordemos que nunca estamos solos en el paso por esta vida. Siempre hay alguien a nuestro lado, quien nos anima, motiva, alienta y a su vez también necesita de nuestra ayuda para llegar a destino. Que sintamos la presencia del hermano y de Dios al lado nuestro, especialmente en los momentos que nos sintamos solos y necesitados de su ayuda.
En momentos de enfermedad, abandono, rechazo, problemas económicos, decepciones, frustraciones y desencantos afectivos; ese mismo Dios que no nos suelta; también nos invita que estemos atentos a la necesidad del hermano; a ser  ese hombro dispuesto, esa mano extendida y ese oído bien abierto que  tanto se necesitan en este mundo moderno con abundancia de tecnología, pero con poco tiempo para compartir con el otro.
La peregrinación, al igual que la vida, es una escuela de amor y caridad universal. Caminar juntos en comunidad hacia una misma meta, al encuentro de la misma persona que nos espera, implica consolidar lazos fraternos mediante actos sencillos y concretos, como compartir, ayudar, esperar, sostener y caminar… al paso del otro.
Como seres humanos, desde nuestro nacimiento estamos en un continuo peregrinar, siendo pasajero y transitorio nuestro paso por este mundo; pero a pesar de ello tengamos siempre la seguridad que el Padre Bondadoso nunca nos deja solos;  y que Él siempre está con nosotros, como compañero de camino, confortándonos y sosteniéndonos; en cada uno de los  momentos de nuestra vida. 
La vida misma nos invita a descubrir y abrirnos a la novedad de Dios. Nos enseña a no estar apegados a situaciones y recuerdos del pasado que nos quitan la alegría. Nos invita a encomendarnos a la fuerza de lo Alto en este recorrido, confiando en Aquel que nos carga a cuestas, cuando nuestras fuerzas no bastan para seguir andando.
Les deseo a todos los peregrinos de esta vida que se sientan colmados de bendiciones, y que el próximo domingo podamos caminar con nuestra Madre María, al encuentro de Jesús; para que ella nos regale todas las gracias que necesitamos, especialmente una fe firme en su Hijo y la fortaleza que nos permita abrazar las cruces cotidianas.
P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino

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