La cuaresma es un tiempo especial de conversión y cambio en nuestra vida. Desde la fe es un tiempo especial para vivir a plena la justicia de Dios en nuestra vida cotidiana frente a tantas situaciones de injusticia que padecemos como sociedad: pobreza, corrupción, hechos de violencia… Justamente la carta cuaresmal del Papa Benedicto XVI también nos invita a reflexionar sobre la justicia en nuestros tiempos.
Conocer bien el sentido de la justicia nos puede ayudar a replantear muchas situaciones de nuestra vida como sociedad y como país. La palabra "justicia", en el lenguaje común implica "dar a cada uno lo suyo" – lo que corresponde a cada ser humano… y en este sentido cada vez que un ser humano no recibe lo que le corresponde o un ser humano retiene lo que no le corresponde estamos en situaciones de injusticia. Es un tiempo para rever nuestras actitudes y conductas para que la justicia sea una realidad en este tiempo de cuaresma. Solamente un corazón justo puede vivir, celebrar y gozar de la alegría pascual… donde hay injusticia habrá celebraciones y festejos, pero sin el gozo y la alegría.
La raíz de toda injusticia es el mismo egoísmo que llena el corazón del hombre. El querer tener solo para mí y el no querer compartir con mi hermano lo que le corresponde… Seguramente si miramos con detenimiento es la raíz de tantas situaciones de injusticia que padecemos.
Para lograr la verdadera justicia hemos abrirnos al amor. El amor sincero a la vida… la vida de cada uno que es un regalo agradable a Dios… que se entrega en servicio hacia el hermano. En este sentido por la medida que somos capaces de hacer que nuestro trabajo, esfuerzo sea un servicio apasionado y desinteresado, seguramente habrá un derroche de amor en nuestro entorno…habrá más justicia y seguramente mayor alegría y gozo.
Como nos dice Santo Tomás amar la justicia no se trata de acontecimientos aislados de prácticas de justicia solidaridad para tranquilizar nuestras consciencias, sino que ha de ser una actitud de vida. Debe ser un estilo de vida que nos apasione. Cuando más alta la responsabilidad que uno tiene para los con los demás aún más debe ser esta pasión por la justicia. Una pasión que implica la apertura y la disponibilidad para asumir las cruces que nos traerá esta decisión. Es seguirlo al Maestro que aceptó la cruz con alegría para nuestra salvación.
Amar la justicia es amar al mismo Dios que es autor y principio de toda justicia. Esta justicia divina es misericordia pura y estamos invitados a vivir la justicia desde la inmensa misericordia de Dios. La misericordia que nos hace conmover frente al dolor del hermano. La misericordia que nos mueve hacia la solidaridad. La misericordia que nos acerca cada vez más a un Dios que es justo.
Ojalá que esta cuaresma que nos recuerda de la justicia divina, que es un derroche de amor y misericordia nos ayude a vivir el amor y la justicia en nuestro entorno cotidiano. Que sea un tiempo de profunda conversión y cambio. Que nunca se apague esta sed de la justicia en nuestra vida, porque el mismo Jesús nos dice: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mt 5, 6). Que el afán por la justicia nos regale la alegría y el gozo en nuestra vida cotidiana y que nos lleve a la plenitud del amor.
Conocer bien el sentido de la justicia nos puede ayudar a replantear muchas situaciones de nuestra vida como sociedad y como país. La palabra "justicia", en el lenguaje común implica "dar a cada uno lo suyo" – lo que corresponde a cada ser humano… y en este sentido cada vez que un ser humano no recibe lo que le corresponde o un ser humano retiene lo que no le corresponde estamos en situaciones de injusticia. Es un tiempo para rever nuestras actitudes y conductas para que la justicia sea una realidad en este tiempo de cuaresma. Solamente un corazón justo puede vivir, celebrar y gozar de la alegría pascual… donde hay injusticia habrá celebraciones y festejos, pero sin el gozo y la alegría.
La raíz de toda injusticia es el mismo egoísmo que llena el corazón del hombre. El querer tener solo para mí y el no querer compartir con mi hermano lo que le corresponde… Seguramente si miramos con detenimiento es la raíz de tantas situaciones de injusticia que padecemos.
Para lograr la verdadera justicia hemos abrirnos al amor. El amor sincero a la vida… la vida de cada uno que es un regalo agradable a Dios… que se entrega en servicio hacia el hermano. En este sentido por la medida que somos capaces de hacer que nuestro trabajo, esfuerzo sea un servicio apasionado y desinteresado, seguramente habrá un derroche de amor en nuestro entorno…habrá más justicia y seguramente mayor alegría y gozo.
Como nos dice Santo Tomás amar la justicia no se trata de acontecimientos aislados de prácticas de justicia solidaridad para tranquilizar nuestras consciencias, sino que ha de ser una actitud de vida. Debe ser un estilo de vida que nos apasione. Cuando más alta la responsabilidad que uno tiene para los con los demás aún más debe ser esta pasión por la justicia. Una pasión que implica la apertura y la disponibilidad para asumir las cruces que nos traerá esta decisión. Es seguirlo al Maestro que aceptó la cruz con alegría para nuestra salvación.
Amar la justicia es amar al mismo Dios que es autor y principio de toda justicia. Esta justicia divina es misericordia pura y estamos invitados a vivir la justicia desde la inmensa misericordia de Dios. La misericordia que nos hace conmover frente al dolor del hermano. La misericordia que nos mueve hacia la solidaridad. La misericordia que nos acerca cada vez más a un Dios que es justo.
Ojalá que esta cuaresma que nos recuerda de la justicia divina, que es un derroche de amor y misericordia nos ayude a vivir el amor y la justicia en nuestro entorno cotidiano. Que sea un tiempo de profunda conversión y cambio. Que nunca se apague esta sed de la justicia en nuestra vida, porque el mismo Jesús nos dice: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mt 5, 6). Que el afán por la justicia nos regale la alegría y el gozo en nuestra vida cotidiana y que nos lleve a la plenitud del amor.
P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino
No hay comentarios.:
Publicar un comentario