Ya comienza a asomarse una
nueva primavera, aun en medio de tantos vaivenes socio-económicos que
vivimos en nuestra patria. Creo que en estos tiempos es importante
recuperar la esperanza a pesar de las adversidades de la vida. Esta
estación trata precisamente de eso, aprender a mirar la belleza de las
flores que están brotando después de las heladas y el crudo invierno. En
este sentido que bueno que con la naturaleza, que es tan sabia,
aprendamos a mirar la vida con optimismo y esperanza.
Es
un tiempo para fortalecer nuestras relaciones interpersonales. En el
correr de la vida siempre hay motivos que nos distancian unos de otros,
sencillamente porque somos seres humanos que pensamos y actuamos de
manera única e irrepetible. Les propongo que esta primavera sea un
tiempo para la reconciliación lo que permitirá que siempre haya más
sonrisa y mayor alegría en nuestros encuentros interpersonales.
Es
un tiempo para lograr la autenticidad, porque lo mejor de nosotros
surge cuando fortalecemos lo que realmente somos. Creo que es un
verdadero desafío en nuestro mundo de la imagen, donde vale la
apariencia más que el ser. Que esta primavera sea una oportunidad para
estrechar los vínculos de confianza desde la autenticidad y embellecer
nuestra vida con los dones y talentes que Dios nos ha regalado.
Es
un tiempo para fortalecer nuestra esperanza. Las adversidades suelen
quitar sabor a la vida. A menudo los problemas se apoderan del
entusiasmo y las ganas de seguir luchando. Frente a tantos desánimos, la
primavera nos invita a creer en un futuro mejor y llenarnos de esta
esperanza, de un futuro feliz, estable y seguro. No se trata de una
esperanza vacía ni falsa, sino certera; por la confianza plena puesta en
la Divina Providencia.
En la
primavera, uno disfruta de la belleza por naturaleza. Es una oportunidad
para contemplar la vida con ojos positivos. Mirar la bondad de los
demás, antes que tantas cosas negativas. También es una oportunidad para
embellecer la vida con nuestras propias actitudes y conductas llena de
ternura y amor, obviamente acompañada por la responsabilidad y esfuerzo
sincero.
Es un tiempo propicio
para renovar la belleza interior y exterior de nuestro ser, junto a
nuestra naturaleza. Como dice el profeta Jeremías en la Biblia, es un
tiempo para renovarnos y remodelarnos como personas como hace el
alfarero que logra una hermosa vajilla de un pedazo de barro destruido y
roto: “Entonces bajé a la casa del alfarero, y lo encontré trabajando
en el torno. Pero la vasija que estaba modelando se le deshizo en las
manos; así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le pareció que le
había quedado bien.” (Jer 18, 3-4)
Nos
invita la primavera a embellecer nuestro interior con la presencia de
Dios. La plenitud del hombre se logra en la medida que uno entra en
comunión con su Dios, que desde la oración sigue encaminando y
fortaleciendo nuestra vida interior. Que esta primavera sea una
consagración de nuestra vida a un Dios que siempre nos sostiene en el
amor y hace posible que produzcamos abundantes frutos en nuestra vida.
Que realmente signifique un cambio en nuestro diario vivir, logrando
pequeñas mejoras en el jardín de nuestra vida que tal vez ha pasado un
largo invierno y que iniciemos el camino de la primavera con ánimos
renovados.
Feliz Primavera para todos!
P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino
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