Nuestra provincia se vio sacudida en
los últimos días por hechos de inexplicable salvajismo que asemejan a
las tantas situaciones de violencia que a diario aparecen en los
periódicos como reflejo de lo que acontece en distintos lugares del
mundo. Y estos hechos nos deben hacer reflexionar sobre la importancia
de buscar caminos de diálogo y paz ante los conflictos y problemas que
son parte de la vida.
Creo que es
necesario que tomemos consciencia del continuo y desmedido crecimiento
de situaciones conflictivas y de brusquedad que aparecen en nuestro
entorno, en los últimos tiempos. En este sentido como dicen nuestros
obispos, la sociedad está enferma de violencia e inseguridad y donde la
paz y la armonía son bienes poco fáciles de encontrar. Estamos
acostumbrados a convivir con actos de violencia desde el seno de la
propia familia, el destrato verbal, los insultos, la violencia escolar y
distintas situaciones a las que muchas veces nos hemos acostumbrado…
El
presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, monseñor Jorge
Lozano, en ocasión de la presentación del documento “Felices los que
trabajan por la paz”, comento que aumentó la cantidad y la gravedad de
los hechos delictivos: “Hay una mayor agresividad. El homicidio nunca es
explicable, pero menos cuando sucede para robar un auto o unas
zapatillas. Hay un clima de agresividad creciente y de ferocidad mayor
en el cometido de los delitos, y a veces viene ligado a situaciones de
consumo de drogas o al narcotráfico”.
Ante
tantas situaciones de provocación, es importante que busquemos caminos
de paz para aprender desde pequeños a resolver nuestros conflictos y
problemas en un clima de diálogo y comprensión. El valor del diálogo en
la familia, en la escuela y la sana costumbre de aceptar las diferencias
son pasos esenciales para encontrar la paz. Para que haya verdadera
paz, hemos de practicar actitudes correctas hacia la vida. Sin caer en
un posición evasiva de los problemas, hemos de aprender a aceptar los
problemas que encontramos en nuestro diario vivir, buscando soluciones
pacíficas; lo que contribuirá al crecimiento armónico de las personas.
Tener
buenas y sanas costumbres desde pequeño, es otro aspecto importante en
la búsqueda de la paz. Acostumbrarnos a respetar al otro, a las normas y
leyes que rigen en nuestra sociedad son también caminos alternativos de
resolución de conflictos. Y obviamente, tenemos también la
responsabilidad como adultos promover una sociedad con leyes justas y
equitativas.
A menudo la falta de
paz interior está relacionado con la ausencia de un norte no muy claro
para la vida. Cuando el hombre pone su prioridad solamente en lo
material se pierde el gran valor de la vida. Uno de los pasos esenciales
para lograr la paz interior es simplificar la vida exterior. Muchas
posesiones innecesarias son cargas que quitan la paz. Además muchas
personas viven recargadas no sólo de posesiones innecesarias, sino
también de actividades sin sentido. Esas vidas recargadas se convierten
en vidas inarmónicas y requieren ser simplificadas. Los deseos y las
necesidades deben ser lo mismo en la vida del ser humano y cuando eso
ocurra habrá un sentido de armonía entre el bienestar interior y el
exterior. Esta armonía es necesaria no sólo en la vida individual sino
también en la vida colectiva.
Ante
esta preocupante realidad es imprescindible que demos pasos importantes
para recuperar la paz social desde el amor y la solidaridad,
preocupándonos además por alcanzar lo indispensable para vivir, a
través de nuestro esfuerzo cotidiano.
P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino
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