En estos días a menudo escuchamos la
palabra crisis. Como país estamos viviendo una situación de crisis
económica por no poder pagar la deuda externa en sus variadas formas;
como Provincia estamos sufriendo los efectos de las inundaciones de las
últimas semanas con centenares de familias que han perdido todo; y a
nivel social cada vez más encontramos una adolescencia y una juventud en
crisis por la falta de perspectiva de futuro, sin dejar de considerar
la crisis que vive la propia familia
.
Todo
esto nos debe hacer reflexionar sobre el impacto que genera en cada uno
estas situaciones de crisis, que suele ser de desaliento, pérdida de
esperanza que afecta directamente el ánimo y buen humor de la sociedad.
Como ha demostrado la vida de los grandes personajes de la historia, el
tiempo de crisis es también una época de grandes oportunidades para
reflexionar sobre la verdadera esencia de la vida por encima de tantas
cosas accidentales que nos faltan.
Aunque
solemos dar una connotación negativa a la palabra “crisis”, la
procedencia de la misma se refiere a un cambio importante. Es lo que
hemos de hacer en estos tiempos y creo que el verdadero reto como
sociedad es generar un profundo deseo de cambio, superando las actitudes
que buscan culpables, las que nos hacen pensar que el problema siempre
está fuera de nosotros. El verdadero cambio empieza cuando asumimos y
nos hacemos cargo de nuestras dificultades, problemas y carencias desde
la verdad y una profunda sinceridad.
Los
tiempos de crisis nos invitan a una verdadera humildad para reconocer
nuestros propios errores y equivocaciones. Es un paso esencial que nos
ayudará a generar cambios importantes. Muchas veces nuestro propio
egoísmo y la arrogancia no nos permiten ver nuestras propias carencias y
equivocaciones. Ser conscientes de que no tenemos todas las respuestas,
pero tampoco partir de cero. No somos ni sabios ni ignorantes totales,
por lo que solo nos queda seguir aprendiendo. Nos enseña que no somos
perfectos, pero sí perfeccionables.
La
superación de toda crisis requiere tener grandes ideales y una
proyección seria a largo plazo. Muchas veces la falta de visión a largo
plazo y la actitud permanente de “zafar” nos hace profundizar nuestras
situaciones de crisis aun más, lo que estamos viviendo décadas tras
décadas, cada vez más nuestra crisis económica se profundiza y las
soluciones se van alejando aun más. Los ideales nos permiten crecer por
dentro, con conocimiento y autocontrol y por fuera, con la capacidad
para hacer las cosas. Y cuanto más elevado sea el ideal, más lejos
llegaremos.
Superar la crisis nos
invita a tener una mente abierta y poder vivir intensamente el presente,
con todo lo que nos ofrece, sin dejarse llevar por el miedo y la
incertidumbre. Esta apertura nos permite ver las cosas como son y no
como tememos o nos gustaría que fueran. Nos anima a ver las cosas “en
profundidad”, en lugar de quedarnos en lo superficial, en el desaliento y
en la queja.
Por encima de todo
nos propone a vivir las situaciones desde adentro, desde lo espiritual
sabiendo que las cosas materiales son regalos de Dios para compartir y
no para guardar y acumularlas para unos pocos. Que estos tiempos de
crisis nos ayuden a vivir un verdadero cambio de vida optando por los
valores del amor y la solidaridad, como nos dice la misma Palabra de
Dios “no hay mayor amor que dar la vida por los amigos”. Pero lo más
importante de todo esto es que asumamos esta actitud como un estilo de
vida para que no la practiquemos únicamente en tiempos de crisis.
P. Juan Rajimon
Misionero del Verbo Divino
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